CAPÍTULO 27

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JULIA

La cabeza no para de doler hasta llegarme a afectar a los ojos. Mi estómago está revuelto y la sequedad de mi boca es insoportable. Abro un ojo lentamente y parpadeo. Con mucho esfuerzo, logro incorporarme y quedarme sentada. Me llevo ambas manos a la cabeza al notar de nuevo el dolor infernal.

-¿Por qué bebes si sabes cómo te pones al día siguiente? - solo entonces echo un vistazo a mi alrededor. Me suena esta habitación y no es la mía. Sonrio cerrando los ojos recordando ciertas cosas de lo que sucedió anoche.

Miro al otro lado de la cama como acto reflejo y esta desecho, mi corazón comienza a latir acelerado cuando una idea pasa por mi cabeza dolorida. ¿He dormido con el? Toco mi cuerpo y me doy cuenta de la camiseta blanca que llevo puesta. Enseguida me destapo y compruebo que no llevo nada más que el tanga. Trago con dificultad cuando veo mi vestido en el suelo arrugado junto a unos boxers de Carlos.

- Dime que no es verdad - murmuro tocando mi cabello.

Salgo de la cama para llegar al espejo que hay sobre la cómoda y compruebo enseguida mi lamentable aspecto: maquillaje corrido y pelo alborotado necesitando urgentemente una ducha. ¿Porque deje a Maria ponerme laca?

Comienzo a andar de puntillas pensando así en hacer menos ruido. Tengo la necesidad de ir al baño y recuerdo haber estado en el de Carlos una vez. Llego a la puerta e intento abrirla, pero esta cerrada.

-¡Mierda! Perfecto... - maldigo abriendo la otra puerta que lleva al pasillo. Miro a ambos lados y entrecierro los ojos intentando recordar otro baño en esta planta.

Oigo movimiento en el piso de abajo asi que corro hasta la puerta que hay al final del pasillo. Suelto un suspiro y sonrío al ver que lo he encontrado a la primera. Cierro la puerta detrás de mí, me acerco al lavabo para abrir el grifo y mojarme las manos antes de coger un poco de papel higiénico y limpiarme como puedo el desastre que hay en mi cara.

A través del espejo, veo como la puerta de la ducha se abre un poco y la cabeza de Carlos se asoma sobresaltándome. Sonríe mirandome a través del espejo haciendo que mi corazón vaya aún más acelerado de lo que él propio susto ha hecho ya.

—¿Qué haces aquí? — tiro el papel húmedo a la papelera y me doy la vuelta —¿Te vas?

—No sabía que estabas en la ducha, ahora nos vemos — mis manos sudan y noto como el calor comienza a hacerse presente en mi cuerpo.

—Julia — giro sobre mí fijándome en las gotas de agua que cubren su rostro —¿Me acercas la toalla? — señala justo donde está colgada.

—Claro — sonrío acercándosela y dándosela.

—¿Qué te pasa? — abre por completo la puerta y sale de la ducha enroscándose la toalla a la cintura —¿Te sientes bien?

—La verdad que no, estoy un poco mareada y tengo dolor de cabeza — me siento en el inodoro llevándome las manos a la cabeza —¿Tienes pastillas para el dolor? — asiente secándose con otra toalla que ha cogido de una estantería.

Solo entonces me tomo el momento y la libertad para disfrutar de las vistas que tengo delante: su torso está tan bien definido... La toalla cuelga sobre sus caderas dejándome ver parte de su V bien marcada. Incluso puedo afirmar que está algo más fuerte desde la última vez que lo vi en aquella fiesta, en su casa de la costa.

—¿Quieres ducharte? — me saca de mis pensamientos y vuelvo a la realidad.

—No tengo ropa limpia, lo haré cuando llegue a mi casa — me levanto pasando los dedos entre mi pelo, caminando hacia la puerta. Su mano entonces se ajusta a mi cadera y se pone en mi camino parándome.

LA REPUESTA//JULRIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora