CAPÍTULO 37

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—Vamos a enseñarles nuestras reglas. Vamos a asegurarnos de que sepan con quiénes se han metido.

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JULIA

Unos golpes en la puerta hacen que me mueva de un lado a otro. Al girar el cuello, siento un profundo dolor que me provoca soltar un grito que ahogo contra la almohada.

—Oh... ¡Dios!

¿Qué me ocurre? Tal vez se trate de una mala postura.

Observo el lado de Natalia dándome cuenta que no está. Recuerdo que nos quedamos dormidas enseguida mientras ella me contaba ilusionada todos los planes que tenía con Joan para hoy... Hoy precisamente, el día de mi cumpleaños.

Arrastro los pies fuera de la cama y me levanto lo mejor que puedo después de que esos malditos golpes me hayan despertado un sábado por la mañana temprano.

Alcanzo el pomo de la puerta y la abro haciendo que los insistentes golpes dejen de taladrarme la cabeza. Salto en mi sitio dando un paso hacía atrás cuando algo que ni siquiera alcanzo a ver me empuja de nuevo al interior.

—¡Felicidades! — detrás de todos los globos de colores asoman las cabezas de Natalia, Alba, Miki y Maria.

Me llevo la mano a la boca sin poder creer que todos estén justo delante de mí, con más de... ¿Veinte globos? Y unas ocho bolsas con cajas envueltas en papel de regalo.

Maria y Alba me abrazan a la vez dándome un beso y un abrazo de lo más cariñoso que me sorprende por completo.

—Mi amiga se hace grande... — Miki se acerca a mí una vez las chicas se hacen a un lado.

Me abraza dejando un beso en mi frente y pasea sus manos por mi espalda con delicadeza y suavidad. Inspiro el perfume característico que suele usar cuando estiran de mi brazo hacia atrás.

—¡Vale, vale! ¡Tiempo! Toca que te vistas. Tenemos cita dentro de media hora — dice Maria mientras me mete en el baño.

Frunzo el ceño dándome cuenta de la lista que tiene en la mano.

—¿Cita? ¿Para qué?

Deja el bolso en la encimera del lavabo y coge la banqueta que hay a un lado donde antes estaba la ropa limpia de Natalia. Lo acerca hasta mis piernas haciéndome sentar.

Rebusca en el interior del bolso para sacar su neceser rosa palo. Recuerdo que sacó el mismo para maquillarme aquel día de la fiesta en la playa, en el cumpleaños de Luis.

—Maria... No suelo maquillarme a estas horas.

—No voy a maquillarte la cara — su respuesta me deja descolocada.

Estoy a punto de preguntarle cuando me decido a ver mi reflejo. El aire se queda estancado en mi garganta al ver mi cuello con grandes hematomas a cada lado.

Recuerdo lo sucedido ayer. Recuerdo haber visto pequeñas marcas cuando me duché, pero nada comparado a esto.

Maria comienza a pasar la esponja por mi piel. El líquido cubre todo después de varias pasadas. Puedo notar cómo la presión que tengo en el pecho va desapareciendo poco a poco, al igual que esos hematomas se ocultan bajo el maquillaje.

—Quieres... ¿Hablar sobre ello? — su voz es cautelosa.

—Gracias... Pero prefiero no recordarlo.

—Vivir en la ignorancia no te hará olvidarlo, tarde o temprano lo recordarás y será más duro si no lo has asimilado y lo has retenido en tu interior.

LA REPUESTA//JULRIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora