Capítulo Veinte

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20.

—No sé cómo dejé que me hicieras esto.

Aquél Jungkook que estaba en el espejo representaba todo lo que él nunca fue. Sentía que apestaba a tinte óxido y que cada hebra de su cabello había sido quemada.

La ropa que tenía le quedaba demasiado ajustada, parecía como  salido de una revista para niñas de trece años o como si fuera parte de alguna fraternidad universitaria por el jersey que traía y su cabeza decolorada.

—¿Qué dices? ¡Luces genial! Te quité un par de años de encima.

—No intentes hacerte el gracioso, parezco un idiota. Y, soy más llamativo que nunca.

Hall se retiró los guantes de látex que había utilizado para arreglar la imágen de Jungkook. Después de un par de horas buscando la forma de hacerle pasar desaparecido solo había logrado convertirlo en una réplica del novio de Barbie.

—El tipo agresivo que se viste completamente de negro es más llamativo para la policía que el universitario que vino a buscar aventura a Las Vegas, créeme.

Hall trataba de minimizar que su poca experiencia como barbero justificaba el hecho de que había convertido la mata de cabello oscuro pulcro de Jungkook en una mezcla de castaño claro y gris.

Había intentado teñirlo de rojo, a lo que Jungkook se había negado, y luego de rubio tal cual como su propio cabello; pero nadie le dijo que el cabello negro no era así de fácil de teñir.

Era traficante, no estilista. ¿Quién podía culparlo?

Jungkook suspiró, era un desastre. Odiaba a él calzado deportivo y el color amarillo que era exactamente lo que estaba usando; por primera vez en mucho tiempo de sus lóbulos colgaban pequeñas argollas que combinaban con su cabello peinado recatadamente hacia atrás y su camiseta casual.

—Espero que tengas razón, o los demás presos van a burlarse de mí. —Jeon intentó bromear, estaba asustado.

—No tienes que hacer esto, Jungkook —dijo Hall seriamente—. Hoseok y yo nos marcharemos a México en un par de días, solo tienes que esperar aquí e ir con nosotros. Cumpliste con la entrega, ya no es tu problema.

Latinoamérica era como un punto ciego para fugitivos. Las mafias asiáticas y europeas difícilmente se involucrarían en territorio americano donde los carteles y crimen organizado mataba indiscriminadamente cayendo muchas veces en la anarquía, y donde la policía tenía suficientes problemas como para enfocarse en dos extranjeros más.

Un paraíso tropical regido por la corrupción.

Se colocó su mochila en la espalda; ya había anochecido, no tenía tanto dinero como al principio y no sabía lo que pasaría cuando atravesara esa puerta.

—Yo...encontraré la manera de alcanzarlos, no se preocupen por mí.

Hall  le vio de pie frente a la puerta, lo conocía lo suficiente como para saber que él no los seguiría. —No volveré a verte, ¿Cierto?

Jungkook nunca creyó ser capaz de tener tantas emociones en su interior. Elliot a su lado, y el miedo que podía percibir en sus ojos le hacían darse cuenta de que realmente quería demasiado a ese hijo de puta.

Su mente lo llevó a divagar en su imagen ya madura y recordar cuando era tan solo un niño en el regazo de su padre que vio a un joven rubio entrar por primera vez a su casa, abrazando a su amigo ofreciéndoles ayuda. Esos primeros negocios los habían condenado a todos, incluyéndose, aún así, nunca pudo sentir rencor hacia él.

TRAFICANTE. 《KookV》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora