Final

363 70 78
                                    

Seúl, 1970

El joven fotógrafo guardó su cámara profesional en el estuche que siempre llevaba colgado en su cuello, desde que aquel periódico de renombre en Seúl se había interesado en su trabajo su vida por fin tuvo un cambio, aunque fuera mínimo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El joven fotógrafo guardó su cámara profesional en el estuche que siempre llevaba colgado en su cuello, desde que aquel periódico de renombre en Seúl se había interesado en su trabajo su vida por fin tuvo un cambio, aunque fuera mínimo. La paga estaba bien y le gustaba fotografiar, el problema era que después de un tiempo se volvía un trabajo exhaustivo y un poco estresante.

Se sentía cansado, necesitaba desaparecer y tomar un par de tragos después de todo el trabajo que había tenido aquel día. Se sintió aliviado cuando visualizó un pequeño bar oculto entre una de las calles de Seúl y, sin pensarlo dos veces, se adentró en él sin imaginar lo que pasaría a continuación.

«El desamor tocó la puerta de aquel joven. Al abrirse, era la silueta de su amado, aquel hombre que revolvía su mundo constantemente y lo hacía feliz sin siquiera saberlo. Se acercó a él, le dio un beso en la mejilla, dijo un simple adiós y se fue. Se fue dejando aquella puerta con su nombre, entre abierta, obligando a los recuerdos a entrar sin previo aviso.»

Esperaba encontrarlo como lo recordaba, pero era obvio que había cambiado. A su rostro se le notaba la expresión cansada, aunque su sonrisa le seguía pareciendo igual de hermosa.

La vida los había llevado por rumbos distintos, ahora sólo eran dos desconocidos y no entendían por qué el destino, o lo que fuera, los volvía a reunir. Quizá jamás lo entenderían, pero lo que definitivamente notaban era que sus corazones palpitaban tan fuerte como aquellas veces en las que podían gritarse el amor que sentían por el otro, incluso temblaban de nervios por el simple hecho de tenerse cerca.

Ahí estaban los dos, frente a frente. Había quedado atrás la historia que escribieron juntos y no sabían si estaban por escribir una nueva. Sólo se sabía que eran ellos, reconociéndose. Aquel era su reencuentro.

No fue grato el reencuentro, la nostalgia era mucha y la realidad bastante cruel.

Vaya... – el pintor fue el primero en romper el silencio después de estarse observando por algunos segundos – luces estupendo, JiMin.

Las piernas del menor empezaron a temblar después de escuchar aquellas palabras provenir de las palabras del artista.

Había pasado poco más de un año desde su despedida, sin embargo, TaeHyung lucía igual de radiante que la última vez que se habían visto. La nostalgia decidió invadir su pecho mientras lo observaba minuciosamente. No había cambiado mucho; el artista seguía siendo el hombre más atractivo que sus ojos tendrían la oportunidad de ver a lo largo de su vida.

Su cabello castaño estaba un poco más corto de lo usual, sus brillantes ojos marrones seguían intactos y su piel parecía no haber recibido algún tipo de alteración. Era el mismo hombre que había conseguido robar su corazón en el diciembre de 1968.

Monocromo - Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora