Capítulo 8

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Después de acabar, me puse a lavar los platos para que no se me amontonarán después, así tendría doble trabajo y mucho no me apetecía. Al terminar me tumbé un poco en el sofá para reposar la comida ya que en breves tenía mi última actividad en la estancia, aquella que pondría el broche final. Me tocaba unas horas en el spa y sinceramente creo que este viaje lo hice solo por eso, para relajarme con ayuda de un profesional que me hiciera destensar todos los músculos de mi cuerpo, para llegar tranquila a mi ajetreada vida de trabajo.

Me desperté y miré la hora, ya eran las cinco de la tarde por lo que tendría que ir a la zona de spa para hacerme el masaje o lo que tuviera contratado.

Me quedé dormida  y no sabía ni cómo simplemente recuerdo estar en el sofá y ya hasta ahora. Tanta relajación me da sueño.

Me levanté, ordené un poco el sillón y me peiné una vez terminada me dirigí hacia fuera para ir aquella zona.

Cerré la puerta al salir y caminé por el pequeño sendero que llevaba desde mi cabaña a la cabaña de relajación. Al llegar tuve que esperar un poco en la puerta hasta que alguien me atendiera. Entré y me dieron una toalla, unas sandalias y un bañador con un gorro.

—Vaya al servicio que tenemos allí y cámbiese, primero le daremos el masaje —dijo la chica morena que estaba detrás del mostrador.

Asentí y me encaminé hacia el lugar donde me había dicho. Al ponermelos todo salí fuera y me metió por una puerta para esperar en una sala de espera a que me llamarán.

Me quedé observando cada detalle, y todo estaba ambientado en un paisaje relajante, la música acompañaba al lugar. Había una estatua de un buda situado encima de una pequeña leja, después había una especie de piedra de sal o algo por el estilo y en un cuadro tenían apuntado todos los servicios que daban.

Salió una joven con una bata blanca que le llegaba por encima de la cintura, con unos pantalones blancos largos a juego de esta. En sus manos portaba una libreta.

Echó un vistazo rápido por la sala como si buscará a alguien. Después centró la vista en mi y acto seguido miró su libreta.

—¿Molly González? —nombró.

—Yo —alcé la mano en respuesta.

Me hizo un ademán con la mano para que la siguiera y eso hice, la seguí hacia dentro de otra sala. Las paredes eran blancas, la música se oía un poco mas fuerte, eran sonidos de lluvias, tormentas o pájaros cantando. Miré a mi izquierda y había una mesa llena de lociones y aceites corporales. Delante de esta a unos pocos metros de distancia había una camilla blanca con un espacio para meter la cabeza.

—Quitese el bañador y póngase la toalla, después tumbese. —Dijo la misma chica que antes me atendió.

Hice lo que me dijo y me tumbé en la camilla con la cabeza metida en ese hendidura.
La joven me echó un aceite en la espalda que olía como a Jazmín y con sus manos empezó a masajear me toda la espalda, cerré los ojos y puse mi mente en blanco.

Al cabo de un tiempo llevó sus manos a mi cabeza y comenzó a masajearme esa zona.

"Dios que gloria"

*****

No sé el tiempo que había pasado cuando la chica me ayudó a incorporarme para decirme que ya había finalizado el masaje. Se lo agradecí, me vestí y me encaminé hacia la piscina. Me introduje dentro del agua y salía caliente. Estaba climatizada. Habían chorros que salían de una fuente y me metí debajo de éstos. El agua cayó en mi cabeza y empecé a sentirme en las nubes, nunca me había sentido igual. Que relajación tenía ahora mi cuerpo. Estaba totalmente en calma.

Mi sesión en el spa había terminado y salí de allí, fui a recepción para vestirme con mi ropa y dejar allí la toalla, el bañador y las chanclas. O eso creía. Pero me dijeron que eso era para mí y no hacía falta que lo devolviera. Me dieron una bolsa para que lo guardará allí así no iría goteando.

Hice el mismo recorrido para llegar a casa por donde había venido y entré. Había pasado tres horas desde que estaba allí.

Opté por darme una ducha para quitarme el aceite y el cloro de la piscina. Tendría que prepararme para la cena a las nueve que tenía con Ethan. Pero lo hacía por la pequeña no por él.

Abrí el armario buscando un atuendo que ponerme para esa cena, no quería ponerme demasiado elegante, pues no era en un lugar lujoso y demás. Tampoco quería ponerme muy informal. Así que opté por una falda negra, con una camiseta blanca y una chaqueta de cuero negra, me puse unos botines negros y me di un poco de color a la cara. Me hice un recogido y salí a ver si llegaban.

Entre la ducha, la elección del vestuario,  haberme probado tantas cosas más haber hecho varios peinados se pasó la hora volando. Cuando el reloj de mi móvil marcaban las nueces ya estaba lista y perfumada solo me quedaba esperarles.

Al cabo de un rato los vi aparecer por el lateral de mi cabaña. Sophie vino corriendo hacia mí y me abrazó. la levanté para darle un besito en la cara y la deposité en el suelo.

La pequeña llevaba un vestido muy bonito que tenía una muñeca delante y su pelo rubio suelto cayendole por los hombros.

—Que guapa —le dije y sonrío.

Su padre iba como siempre, bueno no como siempre por qué se había quitado el traje, solo llevaba un pantalón chino y un sweter de color blanco con unos bambos de vestir.
Él también iba demasiado guapo. Su aroma volvió a evadirme por completo, ya se me había olvidado como olía. Pero hoy me lo volvió a recordar.

—¿Nos vamos? —dijo Ethan.

Asentimos y la pequeña agarro mi mano para caminar conmigo.

Cayendo en la tentación (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora