Mientras íbamos a su casa Sophie no para de hablar y contarme cosas que hacia ella en el cole o simplemente me contaba acerca de un amigo que tiene llamado bigotitos. Giramos hacia la derecha y al fondo apartado de todas las cabañas que habían alrededor allí se encontraba su casa. Que la verdad no era tan grande como la que tiene en Londres. Es más pequeña y más acogedora.
—Ya hemos llegado —anunció Ethan. Pero ya sabía que habíamos llegado por qué la pequeña en cuanto la vio a lo lejos me lo dijo.
Caminamos hacia dentro y esperé a que el moreno abriera la puerta. En cuanto la abrió el cálido hogar nos recibió en sus adentros. Entramos y al fondo tenía una chimenea donde había cuadros de él con la pequeña o solo la pequeña, también delante de está había un sofá, una mesita pequeña y al lado de la chimenea había una mesa grande plegada.
Miré hacia un lado y vi una puerta donde estaba el cuarto de baño, en la siguiente estaba la cocina a mí parecer algo grande, y en las últimas puertas habían dos habitaciones, la de la pequeña y la de él.—Molly, Molly, ven quiero que veas mi habitación grande —dijo la pequeña tirándome del brazo y dejará de echar la vista rápida a la casa para que le prestará algo de atención a ella.
—Vamos. —Dije sonriendole y me agarró del brazo para después tirar de mi.
Cuando entramos era una habitación muy bonita, tenía una cama pequeña justo de su medida, un escritorio con una televisión, un armario y la pared era de color rosa palo. Tenía colgado póster de dibujos animados y todo lo demás estaba lleno de juguetes. Para ser pequeña tenía la habitación ordenada, cosa que mis sobrinos son unos desastres, sobre todo el grande, porque el pequeño aún no lo han pasado a su cuarto.
Sophie se acercó a mí con una cosa detrás de su espalda, me quedé observando la hasta que dijo:
—Te voy a presentar al señor bigotitos, es un gatito muy blandito. —Lo sacó detrás de ella y me lo mostró dejándomelo que lo cogiera.
Al verlo me sorprendí demasiado, pues este había sido el peluche que le regalé cuando era un bebé, me acuerdo que no dejaba de llorar por lo que se lo mostré y desde ese momento lo tiene con ella.
—Si fue el peluche que te regalé cuando eras un bebé —le acaricié la carita y está asintió.
—Señoritas, la cena está servida —dijo Ethan entrando en la habitación y mirándonos a ambas.
Caminé hacia fuera detrás de él y nos llevó hacia la cocina para después sentarnos en las silla y empezar a comer.
La comida desprendía un aroma delicioso.
—Veo que has aprendido técnicas culinarias —dije retirando mi silla para sentarme.
—Claro, después de que Amanda nos dejara tuve que aprender a hacer muchas cosas.
Eso que dijo de Amanda me dejó algo pillada ¿y si le había pasado algo a esa buena mujer?
—¿Que le pasó a ella? —Me atreví a preguntar pero tenía miedo de oír lo que no quería oír.
—Nada, lo que pasa que le llegó su jubilación y con el dinero que le di más lo que ella tenía ahorrado se fue al Caribe a pasar un verano, allí encontró a un hombre muy bueno y se casó con él. Este hombre tenía hijos y nietos y ella formó su propia familia. —Respondió encogiéndose de hombros.
Respiré aliviada por qué me temía lo peor.
—Que bien, ella también tiene que disfrutar —sonreí.
Nos sirvió y nos pusimos a cenar entre risas y anécdotas que contaban.
Me lo pasé bien, en ese momento no sentía ningún rencor hacia él. Aunque me doliera en lo más profundo de mi ser. Pero me estaba dando cuenta que había cambiado.
Terminamos y nos pusimos a recoger la mesa. Sophie también ayudaba llevando lo que no podía romper, para evitarnos una desgracia. Después ella se fue a su cuarto a ponerse el pijama y cuando terminó se fue al baño a lavarse los dientes, una vez lista se sentó en el sofá y empezó a ver algunos dibujos que daban por los canales infantiles.
Cuando fui a darme cuenta la niña se había quedado dormida en el sofá abrazada a su peluche.
—Ethan, se quedó dormida. —Le dije.
Éste se acercó al sofá y la cogió en sus brazos para después llevarla a su cama, una vez allí la tapó y entornó la puerta.
—Muchas gracias por la cena, pero me tengo que ir, mañana ya vuelvo a casa —me dirigí hacia la puerta pero antes de que pudiera abrirla, me agarró del brazo.
—Quédate un poco más, tengo que contarte algunas cosas.
—Yo, lo siento, pero e de irme.
—Por favor, no te va a llevar mucho tiempo, solo quiero contarte que pasó con Abigail.
—No tienes que contarme nada, no me interesa —mentí por que sinceramente tenía unas ganas locas de saberlo todo.
—Pero yo creo que debes saberlo.
Suspiré. —Esta bien, pero que sea rápido.
Sonrío y me soltó para sentarnos en el sofá.
—Cuando me casé con ella, los primeros días estábamos más o menos, era una plasta pero bueno, lo hacía por mis padres, después de eso empecé a desconfiar un poco mas de ella, había visto algo que no me gustaba, así que llamé a un detective secreto para que siguiera todos sus pasos, me negaba a que hiciera algo a mi familia. Y lo que descubrí me tomó por sorpresa. Me dieron su informe y pude ver que ella había sido quién secuentró a mi hija, que ella había robado la identidad a la verdadera Abigail, y está no se llamaba así, si no Crystal. Y la gota que colmó el vaso fue que ella y la madre de mi hija fueron las que lo planearon todo. Bueno la cabeza pensante fue la de Amara; La madre de Sophie. —Relató.
Me quedé paralizada al oír todas aquellas palabras, parecía una película de misterio donde había usurpadoras y demás. No lo podía creer.
—Será... —Me callé en el acto por qué iba a decir una barbaridad y no quería.
—Si, me tuvo a mí y a mi familia engañados todos estos años. Pero ahora se pudrirá en la prisión. Y cuando mi madre se enteró me dijo que si lo hubiera sabido antes me dejaría que estuviera contigo... —Dijo esas palabras dejándolas en el aire.
No dije nada, solo me mantuve en silencio.
—Yo me tengo que ir, ya me has contado lo que me tenías que contar ahora yo me voy llendo —hice el amago de levantarme pero antes de eso me volvió a parar.
—y si... ¿lo intentamos de nuevo? A la pequeña le caes genial. Seríamos la familia perfecta.
—No, lo siento pero lo que pasó entre nosotros pasó, se queda en el recuerdo y ya, me niego a que quiera volver a probar y vuelvas a hacerme lo que me hiciste. Lo siento —Me levanté del sillón y me fui hacia mi cabaña.
Entré y fui a mi cuarto a ponerme el pijama y tumbarme, mañana volvería a casa.
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Cayendo en la tentación (Completada)
Ficção AdolescenteDespués de lo que Molly vivió en Londres. Vuelve a su ciudad Natal para poder olvidarse de todo aquello que un día le hizo sentir cosas distintas. Aquellos recuerdos que viven con ella, desea que se esfumen como el viento. Cosa que será imposible...