SEGUNDA PARTE DE "A TU LADO"
Gabrielle descubría su nueva vida vampirica siendo la esposa del Gobernador de los vampiros, pero duras realidades se presentaban frente a sus ojos.
¿Puede un corazón bueno ser corrompido? Mientras lo miraba descubría q...
—¿Nunca te cansas? —Le pregunté mientras me recostaba sobre la cama, observaba el techo con una sonrisa enorme.
—Soy un vampiro, Gabrielle —simplificó; reí por lo bajo ante su respuesta.
—Sí lo sé, no debí preguntar eso —acepté—. A veces olvido lo que somos.
Momentos después se recostó a mi lado, cubrió nuestros cuerpos con las sábanas y me atrajo hacia su cuerpo desnudo. Me volví, recostándome sobre mi costado, deposité besos en su pecho que murieron en su cuello. Él buscó mi boca, dándome un beso rápido.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Detente o te tomaré de nuevo, ¿o es que acaso quieres seguir con las clases?
Me detuve, apoyé la espalda en la cama cubriéndome el rostro con mi antebrazo, sintiéndome avergonzada por lo que había hecho hacia media hora en el baño. A decir verdad, no fue nada desagradable, pero pese a llevar tiempo a su lado, aún era inocente en ciertos aspectos, no podía volverme una experta en sexo cuando era Hadrien quien siempre tomaba el mando, lo que sinceramente no me venía mal.
—No tengo problema alguno con ello —dijo sugestivo.
Advertí el roce de sus dedos ascender por mi brazo para luego bajar hasta mi mano, la cual sujetó firme y sin previo aviso la colocó sobre su erección, obligándome a acariciarlo suavemente.
—¡Hadrien! —Grité avergonzada; intenté alejar la mano sin mucho éxito. Aún no me acostumbraba del todo a tocarlo. Ridículo, lo sé, llevábamos más de un año juntos, pero incluso así, me cohibía en algunos aspectos.
—No te avergüences, para ser la primera vez lo hiciste muy bien —susurró.
Levanté la vista para mirarlo, él estaba sonriendo con malicia; se acercó despacio a mi boca y con la punta de su lengua acarició mi labio inferior muy despacio, provocó cientos de sensaciones con un simple roce. Cerré los ojos un momento y entreabrí mis labios mientras movía mi mano que sostenía su miembro de arriba a abajo, robándole pequeños jadeos satisfactorios a mi vampiro. Disfruté el sentirlo, el escucharlo jadear por mí, por mi causa. Era un excelente afrodisíaco.
Sin embargo, detuvo mis caricias, mis parpados se alzaron y antes de que pudiera hablar, Hadrien se cernió sobre mi cuerpo, me dejó boca abajo, sus dedos se cerraron alrededor de mis muñecas, colocó mis brazos a cada costado de mi cabeza.
—Mantenlas ahí —susurró en mi oído.
Asentí; me regaló pequeños y húmedos besos en mi cuello, quitó mi cabello hacia un lado y besó mi nuca, posteriormente se deslizó hasta mi espalda desnuda, mordía de tanto en tanto mi piel, por momentos creía que de verdad lo haría. Así que comencé a retorcerme bajo su cuerpo y traté de tocarlo.
—Basta, Gabrielle... obedece —murmuró sobre mi trasero para después morderme sin traspasar la piel.
Emití un gemido alto y claro, era imposible controlarlos cuando lo tenía besándome de esa manera.