Avanzamos lo suficiente alejándonos del castillo sin tener complicaciones en el camino.
Hadrien corría a mi lado sin disminuir sus pasos y yo intentaba mantenerle el ritmo con dificultad, ya que, por razones obvias, su velocidad era cien veces más que la mía.
Pasamos de largo de bosques y lugares totalmente desiertos, tomamos una ruta distinta a la que usamos cuando huíamos hacía tiempo. Ahora nos dirigíamos rumbo a Milton, ignoraba qué planes tuviera Hadrien allí, solo me dedicaba a seguirlo.
Sin embargo, minutos antes de llegar a la civilización, Hadrien detuvo sus pasos de manera abrupta y por ende, yo también lo hice observando a los licántropos que nos obstruían el paso. No eran demasiados, así que podría ayudarle a acabar con algunos de ellos sin ningún problema.
—Tú mantente al margen, yo me encargaré de ellos —advirtió.
¿Cómo quería que no fuera una inútil en peleas si se la vivía manteniéndome dentro de una vitrina de cristal para que no me dañaran?
Era ridículo. Estaba harta de depender de él para estar segura siempre.
Sin que él lo esperara corrí hacia aquellas bestias dispuesta a acabar con ellas mientras oía a mi vampiro gritar una y mil maldiciones, pero ya me encontraba sumergida en una lucha con uno de ellos sin tener la intención de perder más el tiempo; el lobo ejercía presión en mi cuello con sus enormes zarpas, mas no me provocaba daño, sino más bien trataba de mantenerme alejada de la pelea que se desarrollaba frente a nosotros y en la cual Hadrien estaba siendo vencedor.
Por mi cabeza cruzó la idea fugaz de que Bren debió darles la orden de que no me lastimaran.
Me enfurecí, impotente al ver a los lobos unidos atacando a Hadrien al mismo tiempo; él podía contra ellos, pero no contra los cazadores que comenzaron a llegar, una tras otra mancha oscura hizo presencia alrededor de nosotros.
—¡Suéltame! —Gruñí hacia el licántropo, pero sólo presionó más.
Con todas mis fuerzas llevé mi mano a su pecho y lo atravesé con una facilidad que me sorprendió, omití el asco que me causó; el agarre en mi cuello cedió, lo empujé con la mano libre lejos de mí. Me dirigí hacia los cazadores que no eran demasiados, pero estaban armados.
Uno de ellos disparó contra Hadrien, pero mi vampiro ágilmente lo esquivó y se lanzó sobre él desgarrándole la garganta en un movimiento veloz. Lo imité; me acerqué a uno de ellos, levantó su brazo apuntándome con el arma, pero fui más rápida, rompí su brazo sin piedad y le mordí el cuello bruscamente, bebí sólo un poco de su sangre, acto seguido, lo asesiné.
—¡Largo! —Escuché la voz de Marco; había llegado con más guardias.
Reaccioné cuando Hadrien tomó mi mano y tiró de mi cuerpo, habíamos comenzado a correr. Me giré una fracción de segundo, los guardias se encargaban de detenerlos, Marco hacía lo posible por impedirles el acceder a nosotros. Asombrada me percaté de la presencia de Brent, pero él no luchaba, solo estaba de pie observando la pelea y en como yo salía huyendo de la mano de Hadrien. Se mantenía en las sombras, mostrándose peligroso, diferente a como lo recordaba, pero eso ya estaba de más el mencionarlo. Él ya no era Brent.
Curvó sus labios en una efímera sonrisa que encerraba una promesa en ella; volví el rostro e ignoré el escalofrío que sacudió mi cuerpo, centrándome en la mano de mi vampiro que jamás iba a soltarme.
[***]
—¿No es muy obvio? —interrogué, miraba el local a donde llegamos con verdadero interés.

ESTÁS LEYENDO
Quédate ©
VampireSEGUNDA PARTE DE "A TU LADO" Gabrielle descubría su nueva vida vampirica siendo la esposa del Gobernador de los vampiros, pero duras realidades se presentaban frente a sus ojos. ¿Puede un corazón bueno ser corrompido? Mientras lo miraba descubría q...