Diez

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El guiso que preparó la muchacha olía bien. El aroma invadió la cabaña por completo. Pronto Zamasu descubrió que no sólo tenía buen aroma, sino que también un sabor exquisito. Lo manifestó fríamente y no volvió a hacer comentarios al respecto. Cuando Black volvió se sirvió bastante de aquella sencilla comida. Sora observó que el apetito del dios Black era mayor al del dios Zamasu, pero tampoco caía en la exageración. Ninguno de los dos abusaba de los alimentos.

Los días continuaron avanzando lentamente y allí las cosas tenían una dinámica distante, a ratos tensa según Sora. En ocasiones el dios Black parecía querer establecer una conversación con ella, mas enseguida el dios Zamasu intervenía enviandola a hacer alguna cosa lejos de su compañero. En otras ocasiones era el dios Zamasu quien parecía querer hablarle y el dios Black lo llamaba para empezar algún diálogo del que ella nunca era parte. No había mucho que hacer en esa cabaña, de modo que muchas veces, Sora se encontraba sola en su habitación contemplando el paisaje por la ventana.

Si bien Sora se había dado una idea bastante clara de lo que ellos hacían en ese mundo, ignoraba la magnitud de sus acciones. Nunca cometería el atrevimiento de preguntarles, mas leía las actividades de estos, muchas veces, sin proponérselo siquiera. Era un hábito arraigado en el tiempo. Así es que entendió que el dios Black era la fuerza de ataque. Era más poderoso que el dios Zamasu y que cada vez que salía, libraba una contienda con alguien muy fuerte que se le oponía. Ese día, particularmente frío, el dios Black estaba más molesto molesto de lo habitual y aquello aumento, al no encontrar al dios Zamasu. Sora se quedó de pie en la cocina temiendo salir porque el dios Black era bastante iracundo,mas cuando él la llamó salió enseguida a verle.

-¿Sabes dónde está Zamasu?-le preguntó bruscamente.

-No, mi señor-respondió.

Black se le quedó mirando un momento. Estaba sentado en el sofá, su aspecto era sucio y húmedo.

-Sabes muchas cosas de la naturaleza ¿No es así? ¡Ven acá y ayúdame con esto!-le ordenó mientras se quitaba la parte superior de su atuendo.

No hacia falta que lo hiciera, Sora sabía que estaba lastimado internamente. Ver la zona inflamada y amoratada sólo confirmó lo que ella ya sabía.

-Recibió un golpe directo sobre el hígado y tiene un desgarro-le dijo-Pasa algo similar con el baso y además tiene dos costillas rotas.

-¿Puedes ver a través de la piel?-le preguntó Black.

-Es por el olor-le dijo ganándose una mirada de parte del díos-No puedo curar algo como eso,pero si puedo ayudarle a mitigar el dolor.

-Hazlo.

La muchacha volvió a la cocina y tomo varias hierbas que recogió en el bosque y tenía guardadas. Sora hizo una infusión que le dió a beber.Tenía un sabor fuerte por el que Black que le reclamó.

-La medicina pocas veces tiene buen sabor,mi señor-le dijo ella mientras limpiaba las marcas moradas en el abdomen del dios Black con un cuidado minusioso.

Él la miraba en silencio. Desde que la trajo de vuelta se había estado preguntando algo ¿Por qué la trajo de vuelta? ¿Por qué le molestó tanto la idea de que esos hombres la mancillaran?¿Por qué bajo en ese pueblo para empezar? ¿La estaba buscando? Si,la estaba buscando. Nunca estuvo de acuerdo en que Zamasu la sacara de la cabaña. Había tomado cierto gusto por mirarse en eso ojos azules y ver "eso" allá en el fondo. Le gustaba como ella lo veía y como le hablaba,le gustaba ver la forma en que, descalza, corría por el bosque como un pequeño animal silvestre,tan ligera como una pluma,tan blanca como las flores del pantano. En su ausencia había descubierto que esa muchacha le agradaba,que su tenue figura apaciguaba ese sed de poder que le había surgido desde que adquirió ese cuerpo.
Ese cuerpo que lo privó de su parte divina.

Black adoraba poseer el cuerpo de Gokú,amaba su poder de eso no había duda,mas emplearlo le arrebató parte de su ser.Era menos dios en ese estado,mas cuando ella lo miraba se sentía nuevamente divino. Es que entre mas tiempo pasaba,menos "Zamasu" se sentía y más Black aparecía. "Black" hasta había empezado a usar ese nombre para referirse a si mismo. Sora le devolvía eso en su inocencia, tal vez desconocía lo que salía a hacer de tanto en tanto ¿Qué pensaría si supiera que el devastada ciudades enteras? A momentos le parecía que lo sabía muy bien. Daba igual,mientras siguiera sosteniendo de él esa parte que se desintegraba en el  interior de aquel cuerpo,pero por lo mismo debía seguir siendo distante. Había pensado en corromperla con un amor que era un pecado y ahora de pronto esa idea le causa algo extraño,un rechazó receloso...

-Con eso se sentirá mejor,mi señor-le dijo Sora y se le quedó viendo un instante.

-¿Qué sucede? Si quieres preguntar algo sólo hazlo-le dijo en ese tono que siempre parecía estar enojado.

-¿Es usted un avatar?-le preguntó la muchacha.

Black no estaba familiarizado con la palabra,pero no quería parecer un ignorante así que dijo:

-¿Por qué lo preguntas?

-Porque los avatares son encarnaciones de los dioses-le dijo ella-Recipientes donde los espíritus divinos descienden para caminar por este mundo... Y cuando lo miro...Este cuerpo es tan distinto a lo que vibra dentro de el que yo...

No dijo más,le dió la impresión de ser imprudente y se levantó para retirarse más él la detuvo tomándola por el brazo.

-Mírame a los ojos,niña y dime qué vez-le dijo Black-Es una orden-señalo al ver que ella titubeaba.

Sora miró esos ojos oscuros con expresión irascible.Los miró fijamente hasta ignorar ese sentimiento de indignación y desdén que siempre había en ellos y así se encuentro con otros ojos,unos que palpitaba tras la negra pupila. Unos más claros, pero igual de terribles que reconoció con sorpresa. Retrocedió o lo intento,porque él la sujetaba y no pudo separarse.

-¿Qué viste,Sora?-le pregunto Black poniéndose de pie.

-Al dios Zamasu-respondió confundida.

-Asi es... Yo soy Zamasu y él es yo. Somos en esencia el mismo individuo en dos cuerpos diferentes-le dijo esperando causar algo en ella.

-¿El mismo individuo?-repitió sin
comprender-Pero si son tan distintos...

Aquello intrigo a Black.

-El dios Zamasu es un árbol joven y usted suelo mojado por la lluvia-le dijo Sora con una linda sonrisa.

Black no entendió a que se refería esa muchacha con aquellas palabras y sólo le quedó mirando un momento antes de soltarla. Sora se retiró y él se quedó allí en silencio. Meditando en cosas extrañas que venía sintiendo. Si Black hubiera estudiado mejor ese cuerpo,tal vez hubiera entendido algunas cosas,como por ejemplo la enorme conección de la carne con el alma,algo de lo que su maestro le habló alguna vez. Lo que siente el espíritu,lo transmite a la carne y viceversa,por eso hay que cuidar tanto ese vehículo, pues el cuerpo es frágil sucumbe no sólo a las heridas y enfermedades,sino también a deseos mundanos.A algunos tan primordiales como el hambre o la sed y otros más complicados, como ese que estaba surgiendo, como un pequeño brote que nace en el barro fértil.

Hacia frio para estar a fuera,pero ella salía a la terraza cada noche a observar el cielo nocturno ¿Qué deleite le podía provocar mirar las lejanas estrellas? Se preguntaba Black cada vez que la veía allí,con la cabeza erguida hacia el cielo,como una planta en busca de la luz. Esa noche también estaba ahí,Zamasu aún no volvía así que tenía la oportunidad de hablarle,mas cuando se acercó la oyó cantar en voz muy baja una canción extraña.

Black miró el cielo entonces ¿Cuando fue la última vez que lo hizo? Pasó tanto tiempo contemplando mundos y civilizaciones,pero muy pocas veces observó algo que a él realmente le agradará y en ese momento se tomó el tiempo para contemplar la figura de flor de pantano que parecía flotar sobre las tablas de la terraza. Una inocente criatura bañada por la luz de la luna... Sintió temor.

Los ojos de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora