Treinta y cuatro

722 144 24
                                    


Cuando Sora despertó lo hizo en su cama y no tenía puesto los zapatos ni el abrigo. Ambas cosas estaban en la silla junto a la mesa. Aquel mueble tenía un pequeño cajón donde ella guardaba trozos de papel en los que había comenzado a escribir. Encontrar papel donde hacerlo era difícil,pues los libros y revistas en la casa eran escasos. No quería molestar al dios Zamasu pidiéndole algún cuaderno,pero ya no tenía de donde más sacar papel en blanco.

Él no le hizo preguntas y materializó uno para ella,la muchacha había aprendido a leer y escribir bastante rápido. Con frecuencia leía los libros que los dueños anteriores de la casa habían reunido allí y le hacía preguntas respecto a lo que no entendía.Últimamente la había visto escribir por los rincones, seguramente estaba practicando, para él eso era una pérdida de tiempo. Suponía que ella se estaba preparando para volver al mundo de los hombres en algún momento y eso lo angustiaba un poco por dos motivos;el primero era que ella albergaba demasiadas esperanzas respecto al futuro de la humanidad y la segunda es que ella podía llegar a alejarse de ellos y entonces que harían ¿Retenerla contra su voluntad?

Un par de días  después de que la muchacha le solicitara aquel cuaderno,lo encontró en la sala. Sora había ido a buscar moras y otras cosas al bosque,Black la había acompañado así que estaba solo en la cabaña. Quería saber qué tanto escribía ella ahí, más no era apropiado fisgonear  en algo que no era su propiedad, sin embargo,él era un dios y por tanto todo le pertenecía de alguna forma,así que tomó el cuaderno y miró una página al azar. Habían varias escritas con una caligrafía pobre y torpe aún. Parecía la letra de un infante.

Habían pequeñas notas que hablaban de sus pensamientos,de sus reflexiones y cosas que veía en el bosque,como también pequeños dibujos de plantas y flores. Una nota llamó a su atención.

No es fácil para alguien cambiar, aún si está mal. Al cambiar debemos dejar atrás algo que hacía parte de nosotros para siempre y eso asusta. Si como individuos nos da miedo modificar algo en nuestra conducta,como sociedad entrariamos en pánico. Por eso hacemos los cambios  paulatinos. Tan frágiles somos que si nos sacan de nuestro medio nos abrumamos y nos sentimos perdidos. La humanidad necesita tiempo y no sé cuánto sería suficiente...Tal vez el dios Black tiene razón y es porqué estamos cómodos viviendo de esta manera que nos rehusamos a cambiar. El progreso que nos facilita la vida nos envicia y en esa comodidad la moral de cae. Un dios trajo devastación y castigo por esta y otras conductas ¿Habrá alguien allá afuera preguntándose que tan responsables somos de que un díos descendiera para castigarnos? ¿Habrá alguien allá afuera pensando en el cambio?
Si existe ese alguien ¿Será suficiente para evitar ser aniquilados? ¿Puede un hombre o una mujer redimir la conducta de toda una especie? 

Zamasu cerró el cuaderno.Habia más al respecto,pero no quiso seguir leyendo y salió a la terraza para contemplar el paisaje. Había estado observando a los humanos que sobrevivan. Los veía agruparse principalmente. Buenos y malos se unían en bandas o pequeñas comunidades. Colaboraban,se protegían,compartían,se animaban y todo con el único objetivo se sobrevivir. Se sonrió con ironía hacia si mismo.

-¿Desde cuando vez humanos buenos y malos, Zamasu?-se preguntó en voz alta y rio-Los humanos son sólo una plaga que consume y consume sin saciedad ¿No es así Zamasu? No hay buenos o malos ¿No es así Zamasu? No debiste haberla traído aquí,ese fue el primer error.No,fue devolverle la vista y mirarme en sus ojos. No hacia falta devolverle la vista. Ella podía ver...Siempre pudo ver.

Término su soliloquio al verla correr por el sendero que subía por la pendiente a la cabaña. Traía una cesta con frutos amarillos perfumados, refrescantes.Ella los llamaba limones y si tuvieran otro nombre,él los seguiría llamando limones sólo porqué ella así se lo enseñó.

Les preparó una sopa de pescado con especias. El caldo era aromático y sabroso.Black después de comer salió por ahí. Estar quieto no era algo que podía hacer fácilmente desde que tenía ese cuerpo. Prefería caminar o prácticar sus maniobras de combate.
Necesitaba estar ocupado de alguna forma.

Esa tarde el cielo se nubló y comenzó a caer una lluvia suave que pronto se intensificó. Algunos relámpagos iluminaban la oscura tarde y los truenos parecían partir el cielo,Zamasu preparo té con frutas como Sora se lo enseñó. La muchacha se había ido a su habitación desde hacía mucho y aquello le llamó la atención. Fue a verla. Golpeo la puerta,pero nadie contestó así que entró a ver si dormía. Sora estaba de rodillas en la cama mirando por la ventana. Sus ojos fijos en el cielo,todos sus sentidos puestos en la tormenta nada más.

-Cuando era niña,antes de perder la vista solía mirar al cielo durante las tormentas y pensaba que los relámpagos eran la ira de dios.Mi madre me cargaba en brazos y me decía "tranquila,dios  nunca se enoja más de la cuenta, sólo lo suficiente"  y yo me dormía tranquilamente,pero sólo porqué,en mi inocencia de niña, creía que dios no era más poderoso que mi madre y que en sus brazos estaba a salvo de cualquier calamidad.

Zamasu escuchó aquel relato en silencio mientras se sentaba en la cama. Sora se apartó de la ventana y se sentó junto a Zamasu que la miraba con esos ojos de humo que ponía a veces, cuando estaba tranquilo y absorto en sus ideas que parecía esconder naturalmente.

-Era en su amor que me sentía protegida supongo-dijo la muchacha después de un rato-Me preguntó si algún día la volveré a ver.

-Sí fue buena estará en el paraíso-le dijo Zamasu-Allí irás un día tú también.

-¿Es la única opción?-le preguntó Sora-¿No podría quedarme para ser parte de este mundo?

-No estoy seguro. El otro mundo no es algo de lo que mi maestro me hablara aún-dijo Zamasu como pensando en voz alta.

Bajo la mirada en ese momento.

-Su maestro no debe aprobar nada de esto ¿Verdad?

-No,imaginó que no lo aprobaría. Es más estoy seguro de que no lo aprobaría-murmuro Zamasu.

-¿Él murió?-le preguntó la muchacha-¿Los dioses mueren?

-Tú lo dijiste,Sora. Todos mueren. La inmortalidad es antinatural.

Zamasu tenían una media sonrisa entre la culpa,la burla y el desdén.

-Los dioses vivimos muchos años, millones de años. Al final está la muerte también y claro esta, podemos ser asesinados-le dijo Zamasu-Sora, hay algo que quiero contarte...

¿Por qué se lo dijo? Ni él mismo lo entendía,solo lo hizo. No quería culpar a Black,sólo contó todo tal y como paso, como aquel día su maestro Gowasu fue asesinado para iniciar todo. Le dijo que sólo era un aprendiz que tomó el puesto de Supremo Kaiosama y como junto a Black liquidaron a los otros. Como ahora eran los únicos dioses en la existencia y que ese ni siquiera era su universo.Le contó todo tranquilo,pero esperando la mirada de repudió y odio en los ojos de Sora.

La muchacha escuchó todo y la sorpresa ciertamente visitó sus ojos,mas guardo silencio.

-Siente que a pecado ¿No es así,
mi señor? Y por tanto no es diferente a los humanos ¿Verdad?

Zamasu se levantó buscando distancia ¿Pecado? ¿Él cometió un pecado? ¿Un dios comete pecados? Traición,ira,soberbia
¿Era culpable de todo eso? Sin duda,aunque no lo admitiera.

-¿Crees que para los dioses es difícil también cambiar,Sora?

-Probablemente-le respondió la muchacha-Pero es posible. Estoy segura...

-Quiero tener fé,pero por más que he buscado un motivo para creer en los humanos no lo encuentro...

-Busca en el lugar equivocado mi señor-le dijo la muchacha-Primero hay que tener fé en uno mismo...

Zamasu se sentó otra vez en la cama y se arrojó a los brazos de Sora como un niño que busca refugio y ahí se quedó,al abrigo de esa mujer que siendo una mortal,tenia que admitir,era más sabía que él.

Los ojos de la inocenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora