El ataúd

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Los ataúdes estaban construidos para que al ser enterrados se les colocara un tubo para respirar y una campana. El tubo y la campana eran para ciertos pacientes de una terrible enfermedad recién descubierta que te hacía parecer muerto/a. Tu presión sanguínea, tu respiración y tu ritmo cardíaco bajaban a tales niveles que con los rústicos estetoscopios era imposible saber si la víctima estaba viva o muerta. Así que la víctima tocaba la campana dentro del ataúd y respiraba por aquel tubo hasta ser rescatada. Cierto día, Harold, el velador, caminaba sobre el camposanto. Sonó una campana de una de las tumbas, el pensaba que podía ser el viento o algún niño mocoso jugando a ser un espíritu, pero esta vez Harold estaba seguro que no lo era. Caminó hasta la tumba y la mujer suplicaba a lágrimas ser liberada.
-¿Eres Sarah O' Bannon?- Preguntó Harold.
-¡Sí!- Contestó la mujer.
-¿Tu fecha de nacimiento es 17 de septiembre de 1704?-
-¡Sí, sí! ¡Por favor sáqueme de aquí!-
-Espera un segundo, Sarah. Tu fecha de muerte dicta ser 20 de Febrero del año 1735.-
-¡No! ¡Fue un error, sigo viva! ¡Desentierrame, déjame libre! ¡Ayúdame!-
-Lo siento, Madame.- Dijo Harold con un tono de decepción. Tomó la pala y comenzó a cubrir el tubo con tierra. -Pero es 4 de julio del año 1777. Sea lo que sea que haya allá abajo estoy más seguro que el infierno mismo que no subirá.-

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