Capítulo 8

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- Sólo unos segundos más - Dijo Kardia, captando como se sentía

A Degel, experto en ocultar sus emociones, lo asombraba y alarmaba que un desconocido lo leyera tan bien, tan rápido. Nunca había pasado

Las puertas se abrieron y el estiró el brazo, cediendole el paso. Degel salió a un pasillo de suelo y paredes de cemento, iguales que los de cualquier sótano. A la derecha vió una puerta de acero apoyada en la pared. La cámara acorazada de Zaphiri Antares. El corazón se le aceleró con una mezcla de excitación y miedo.

- Aquí estamos - Kardia encendió las luces del lugar.

Degel vió que el interior de la cámara estaba decorado como una sala de estar. Entró. Fue casi demasiado para el. Los recuadros competían por espacio en todas las paredes. Reconoció al menos una docena de cuadros robados a primera vista; Klimt, Monet, Picasso. Millones y millones de dólares en arte robado. Soltó el aire de golpe.

- No soy ningún experto - Kardia se río -, pero hasta yo me di cuenta que esto es algo grande.

Degel se detuvo ante un Picasso que hacía 20 años que no veía en un museo. No era experto en arte contemporáneo pero, por la geometría y los tonos de azul, dudaba que fuera una falsificación.

- ¿Porque pidió un experto en renacimiento? Aquí hay cuadros de todas las épocas.

- Cierto -. Admitió Kardia. Se situó a su lado y contempló el Picasso-. Aunque, la verdad, ese parece algo que mi ahijada de cinco años podría pintar en la guardería.

- Si Picasso lo oyera se revolveria en su tumba.

- Bueno es una niña muy lista

Degel soltó una risita, sorprendiendose. Rara vez permitía que un hombre lo hiciera reír.

- ¿ Su ahijada vive en Grecia?

- Sí, es la hija de uno de mis accionistas.

- Puede que sea lista, pero cualquier historiador de arte se horrorizaria al oírle comparar a Picasso y a una niña con su caja de pintura de dedos.

- Ah, no, ella tiene pincel.

- Puede que algún día sea famosa-. Degel volvió a reírse. Se dió media vuelta y le dió un vuelco al corazón al comprobar lo cerca que estaba de él. Su rostro, sus labios, estaban a unos centímetros de distancia. Veía su carnosidad y le asombraba que un hombre tan viril pudiera tener unos labios tan deseables, tan sexys. Rechazó la sensación-. ¿Por qué yo? ¿Porque un especialista en el renacimiento?

- Por estos cuadros- tomó su mano.

Degel recibió una descarga eléctrica que hizo cortocircuito en sus sentidos; retiró la mano de un tirón y soltó un gemido. Kardia Se detuvo y arqueó una ceja. Degel sabía que su reacción había sido desorbitada. Pero explicarlo no seria fácil, así que decidió ignorar el episodio.

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Tal como avisé volvería actualizar esta historia cuando volviera a tener mi laptop

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