Capitulo 7

582 76 19
                                    

- Íntimo no es la palabra que usaría. Pero si es tan importante para usted, estoy dispuesto a llamarlo Kardia - Su lengua pareció enredarse en el nombre. Degel sabía que estaba quedando como un tonto pero, aún así, captó un destello de fuego plateado en los ojos de el cuando lo oyó decirlo

La atracción, el magnetismo, lo que fuera que estaba sintiendo, el lo sentía también. Pero daba igual. Para el la atracción equivalía a un suicidio.

- ¿Puedo ver las pinturas? - preguntó.
- Desde luego. Tal vez eso aclare las cosas.

Kardia se levantó y fue hacia la puerta, sin mirarlo siquiera. Degel, suponiendo que esperaba que lo siguiera, controló un pinchazo de irritación por su arrogancia. Pero casi chocó con el, que había parado para abrir la puerta.

- Después de usted - Sonrió el. Degel tuvo la incómoda sensación de que sabía lo que el había pensado. Controlando el rubor, salió al pasillo.

- ¿A donde voy? - preguntó lacónico. Notaba a Kardia andando tras el. Oía el susurro de su ropa, todo en el era elegante, grácil, sinuoso. Sexy.

<No>. No podia, se negaba a pensar así. Hacia 4 años que no miraba a un hombre de forma romántica o sexual. Se había adiestrado para no hacerlo, suprimiendo todo deseo por necesidad. Un mal paso le costaría si no su vida, si su alma. Era una locura sentir algo, y sobre todo por alguien como Kardia Antares que se había convertido en dueño de un imperio terrible y corrupto, un hombre en el que nunca podría confiar. Instintivamente, apresuró el paso, como si pudiera distanciarse de él.

- Gire a la derecha - murmuró el con un tono de humor -. Impresiona su habilidad con esos pasos Señor Le Blanc. Pero no es una carrera.

Degel no contestó, pero se obligó a bajar el ritmo un poco. Giró y siguió caminando. Las ventanas daban a Otro lado del patio interior.

- Y ahora a la izquierda - dijo el, con una voz tan suave que a Degel se le erizó el vello de la nuca.

Estaba demasiado cerca de él. Giró y se encontró ante un ascensor con puertas de acero y un complejo teclado de seguridad. Kardia lo desactivó con una huella dactilar y tecleando un código de números. Degel desvió la mirada.

- Tendré que darle acceso - dijo él -. Dado que los cuadros tendrán que quedarse en el sótano.

- Sinceramente, Señor Antares...
- Kardia
- No se que podrá hacer aquí - Siguió Degel, sin inmutarse-. La mayoría de las valoraciones requieren un laboratorio con el equipo adecuado...
- Por lo visto mi padre pensaba igual, señor Le Blanc - Kardia sonrió con amargura-. Creo que encontrará el equipo y las herramientas necesarias.

Las puertas del ascensor se abrieron y Kardia lo hizo entrar. Cuando se cerraron de nuevo, Degel sintió una súbita claustrofobia. El ascensor era amplio y sólo estaban ellos dos, pero tenía la sensación de que no podía respirar. Ni pensar. Era consciente de Kardia a su lado, relajado y suelto, y el ascensor que se hundía bajo tierra. Se sentía atrapado y tentado, dos cosas que odiaba sentir.

Tu eres una obra de arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora