Capítulo 26

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Hacía frío. Demasiado frío.

Era el tipo de frío que se metía bajo tu piel, se colaba dentro de tu pecho y se hundía sin importar cuánto temblaran tus músculos.

Catra tenía que moverse, si no quería que el frío la paralizara. Pero primero tenía que quitarse las esposas, las cuales sujetaban sus manos detrás de su espalada. Las había estado rasgando durante horas con sus garras, implacablemente, su corazón latiendo rápido mientras miraba a su alrededor regularmente.

La niebla era tan espesa que no podía ver más allá de medio metro.

La tierra rocosa bajo sus pies era la única indicación del tipo de lugar en el que había sido arrojada. Una especie de montaña...

Su estómago refunfuñó a carcajadas. Otro problema con el que tendría que lidiar pronto... ¡¿Había algo de comer en este lugar de todos modos?!

"Joder..." maldijo varias veces mientras intensificaba la fricción. Sus brazos estaban doloridos, sus dedos le dolían justo debajo de las garras, y creía que no estaba avanzando nada... Ni siquiera podía ver el trabajo que estaba realizando.

Catra de repente cerró la boca. Tenía las orejas levantadas sobre la cabeza, la cola rígida y las pupilas reducidas a dos miseras aberturas.

Los susurros habían vuelto

Catra se quedó tan callada como pudo, sólo escuchando su pulso y su aliento tembloroso.

Había estado merodeando a su alrededor, escondida en la niebla, desde que se despertó en el suelo frío... No entendía lo que decía, pero sentir aquella presencia tan cerca, esperando el momento adecuado para atacar, le ponía la piel de gallina.

Con mucho gusto la provocaría, si no tuviera las manos atadas a la espalda...

Una sombra.

Catra giró la cabeza a la derecha. No, no había nada.

Su respiración condensada era el único movimiento en su visión. Ya ni siquiera podía oír los susurros. Probablemente se habían ido, pero Catra no se atrevió a reanudar su trabajo con las esposas.

"¿Crees que eres fuerte, Catra?"

Ella gritó. No había nadie cerca de ella. Estaba sola.

Sin embargo, el susurro agudo se sentía como si estuviera dentro de su oído...

Una risita resonó en la niebla, lejos.

El corazón de Catra latía en su pecho. Tenía que salir de ahí. Pero ahora estaba realmente paralizada, pegada a la roca en la que se apoyaba.

"Una cara tan valiente para alguien tan débil..."

Catra se puso de pie. Estabilizó su respiración mientras estudiaba la niebla, levantando sus orejas. Se parecían a los trucos mentales de Shadow Weaver. Estaba acostumbrada. Ella podría soportarlo. La humillación, la condescendencia, el complejo de inferioridad... Esos no eran demonios que pudieran romperla nunca más. Ya se había enfrentado a todos ellos.

Ella desenvainó su garra y volvió a rascar el metal. No dejaría que la Zona la afectara.

"¿Crees que puedes salir de aquí tú sola?"

Saltó a la izquierda, su oreja temblando. "¡Basta! Muéstrate", gritó ella. Sólo una risita espeluznante le contestó. Dio unos pasos vacilantes, sus ojos entrecerrados para ver mejor en la niebla.

"Tantos miedos en ti..."

Ella temblaba. Se mordió el labio con fuerza, concentrándose en el metal.

Por mi bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora