Caminaban por Corrientes saludando a la gente sin siquiera conocerlos, y es que precisamente ahí estaba lo divertido: el no conocer al otro, el no haber abordado su mundo jamás, el no tener idea de qué lo aquejaba y sin embargo amigarse a su realidad trayéndole un saludo, arrancándolo de la rutina, robándole, quizás, una sonrisa resultaba emocionante. Nunca sabían con que tipo de reacción se podrían encontrar.
—¡Hola! —exclamó de golpe la rubia en un tono infantil. El hombre de sombrero que acababa de ser saludado puso tal cara de susto que la pareja no pudo evitar estallar de la risa tras verlo partir.
—Me gusta que la gente te quede mirando.
—Algunos se sorprenden mucho, ¿viste?, pero los que te saludan parecen complacidos. Es raro, cada persona es su propio mundo.
—Estamos todos muy alienados. Hace bien que te sonrían por la calle.
—¡A ver!
Laila esperó a que pasara una señora y cuando la tuvo cerca, poniendo cara de loca le sonrió de un modo macabro, mirándola fijo a la cara, provocando que la pobre mujer apurara el paso huyendo con nerviosismo.
—No, no es la sonrisa.
Agustín rió como hace rato no hacía por esa conclusión.
El juego era bastante simple: por cada persona que respondía al saludo ganaban un punto. No había forma de perder puntos, pero tampoco valía usar algo que no fuera un saludo verbal para ganarlos: nada de conquistar a los saludados haciendo poses, abriéndose el escote, trazando gestos; aunque si lograban que los saludara alguien de la calle de enfrente con solo un gesto de la mano, el punto valía por tres.
De pronto, la rubia se sobresaltó.
—Che, pará, mejor no hagamos más esto. Está re mal.
—¿Por?
—Porque es acoso callejero. No sé cómo no me di cuenta antes de que podíamos incomodar a las personas.
—¡Incomodarlos es lo divertido!
—Bueno, pero está mal. ¿O a vos te gustaría estar caminando por la calle y que venga una pareja de nabos decirte cosas invadiendo tu espacio personal?
—Tampoco es para tanto, es sólo un saludo inocente. Capaz hasta les gusta.
—Lo mismo dicen de los piropos, pero igual son violencia machista.
—Eso es una exageración. Un piropo solamente es un elogio que te dice una persona reconociendo tu belleza. No es para tanto, como lo quieren hacer ver.
—¡Sí que es para tanto! Vos porque no te gritan las guarangadas que me gritan a mí.
—¿Qué te gritan? «Linda», «estás re buena», «con vos me caso»...
—«Te rompo el orto»; «si te agarro te mato, puta»; «vení que te dejo sangrando»; «te voy a reventar las tetas a mordiscones»; «te chupo hasta que te arda el culo»...
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Entre amores e ideologías
Romance¿Pueden un joven criado bajo el típico pensamiento del sistema patriarcal y una chica empoderada empeñada en la misión de desterrar ese tipo de ideas de la sociedad gestar algo duradero juntos? ¿Qué es más importante, las ideologías o el amor? Eros...