Hoy las calles son de las pibas

98 4 1
                                    

Saberse probado por la persona que amamos con frecuencia resulta en una situación frustrante, y es que eso no debería ser así; dos personas deberían poder encontrarse, mirarse de cerca, descubrirse atractivos, interesantes, aprender a quererse y, al final, darse el espacio a amar sin condiciones. Así funcionaba el mundo en la cabeza de Agustín, pero Laila le estaba poniendo las cosas realmente complicadas.

Para ella, la situación debía ser radicalmente diferente: las personas se encuentran, se conocen, se eligen y expresan valientemente esa decisión de pasar un tiempo juntos, pero sin que eso les imponga ninguna barrera, simplemente por el hecho de hacer valer su derecho a disfrutar uno del otro hasta que llegue la inevitable hora de decir adiós. Las pruebas que le ponía a Agustín no eran un examen de aptitud, tampoco eran un muro que no pudiera atravesar; eran una manera sutil de demostrarle cómo era la vida para ella, y que tuviera en claro por qué algo así, como él lo tenía contemplado, jamás funcionaría entre ellos dos, y esto de quererse de manera abierta era la única excepción ante la nada misma.

Se encontraron frente a la plaza de la ciudad, él venía demasiado abrigado para la situación, ella llevaba una mochila y la ropa más cómoda que pudo encontrar. Viajaron juntos, casi sin cruzar palabras y al llegar al sitio del evento, la rubia le planteó sus preocupaciones al moreno.

—Sería mejor que no llames la atención. Esta marcha es para reivindicar el derecho de las mujeres, no se vería bien que buscaras ningún protagonismo.

—Solo te voy a acompañar desde lejos, tal como arreglamos. No me pienso meter en tus asuntos, pero sí voy a estar a tu lado, ¿ves?

La sonrisa en su rostro se expandió tanto que parecía cubrirlo todo, como una máscara para Agustín, quien realmente no deseaba formar parte de una marcha feminista, pero lo hacía por ella, y como un cielo para Laila, abriéndose paso en un rostro que había esperado ver cargado de hostilidad. Ese tipo realmente la quería. De pronto, una de las mujeres de la marcha se acercó a preguntar.

—Hey, amiga, ¿este te está molestando?

—¿Cómo? No, él es mi pareja. ¿Por qué esa pregunta?

—Ah... No, lo que pasa es que escuché que había youtubers hombres que estuvieron diciendo que iban a venir a la marcha a hacerse pasar por reporteros aliados y nos iban a tratar de hacer quedar en ridículo, y con las chicas nos estamos organizando para echarlos.

—¿Por qué echarlos si esto es espacio público? —preguntó Agustín, y Laila casi lo golpea.

—Porque solo vienen a difamar el movimiento. Pueden estar en el espacio público cualquier día haciendo lo que quieran con impunidad, pero la consigna es que hoy las calles son de las pibas —dijo la chica extraña, y luego se retiró para agregarse a un grupo que cargaba paños verdes y rojos.

La rubia, ahora sí, empujó al moreno con todas sus fuerzas, logrando que se desplazara apenas unos cuantos centímetros.

—¡Me prometiste que no ibas a discutir!

—¡Pero si yo no dije nada!

—Dijiste más de lo necesario. —Un suspiro interrumpió su frase a la mitad—. No te pido que te quedes callado, solo que no pelees. Ninguna de estas chicas quiere venir acá para sufrir más agresiones patriarcales.

—¡¿Agresiones patriarcales?!

—Solo no pelees, ¿sí? Viví y dejá vivir. Si querés irte, no me molesta. Valoro que te hayas animado a estar acá.

—¡Ni loco! Quiero que veas que te puedo acompañar aun sin estar de acuerdo; y además, esto es solo aprendizaje. —Se acercó a besarla, pero la rubia reaccionó reacia, provocando que desistiera de inmediato—. Aparte, vos me dijiste que te sentías mareada hace un rato, y no te quería dejar sola sin estar seguro de que vas a estar bien.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 01, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Entre amores e ideologíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora