El Edificio

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Me enamoré al mismo tiempo que contruían un edificio al frente de mi universidad.

Me acuerdo del primer día que vi a los obreros descargando materiales; era como ver los cimientos de lo que se preparaba para ser algo grande. Cada día avanzaban un poco más y mientras que el edificio crecía, mi amor por vos lo acompañaba.
Y así, mientras que la estructura gris e imponente del edificio tomaba forma, también lo hacía la disonancia entre vos y yo.

Nosotros también pusimos ventanas, intentamos dejarnos entrar el uno al otro, pero quizás, amor, siempre tuvimos las cortinas medio cerradas. Intenté ver en tus ojos, de ese vidrio empañado por lo que callabas, pero cada vez que te preguntaba, me respondías con nada. Era como si, a pesar de todo lo que construimos, hubiera algo faltante, un hueco que nunca supimos llenar.

Pasó un año desde que empezaron con el edificio, y ahora lo veo ahí, casi terminado. Ya no escucho el ruido de las máquinas ni veo a los obreros; todo está quieto y vacío, tan vacío como me sentí cuando te fuiste. Hace un mes que no te veo, que no escucho tu risa, que no siento tus manos frías en las mías. El edificio está terminado, y yo me siento incompleto, quizá eso fue lo que pasó con nosotros, levantamos paredes, trabajamos juntos durante meses, y ahora todo quedó vacío.

Y aunque siento que esto no se termina acá, en el fondo sé que no vas a volver a habitar estos espacios que ahora son sólo míos.

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