Abrió los ojos a pesar de la sal.
Lo vio todo negro.
Pronto perdería la respiración.
Pronto perdería la consciencia.
Se retorcía pero no podía hacer nada.
De repente, se sintió sin fuerzas.
Dejo de luchar, de intentar sobrevivir.
Y dejó que su destino la arropara.
Se estaba muriendo.
Aunque, en realidad, ya estaba muerta.