Capítulo 8: Verdad o reto

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Axel

Habían pasado 20 minutos, luego 30, 40, una hora, dos, tres, cuatro horas...

Tan pronto Gia despertó, le di un vaso de agua en un intento demasiado inútil de mantenerla calmada. Estaba tendida sobre el sofá mirando a la nada, yo me encontraba sentado a sus pies. No habíamos dicho una sola palabra, sus manos temblaban de una manera incontrolable, su cuerpo se notaba sin fuerzas, sin ganas de vivir y sus ojos seguían hinchados y llenos de lágrimas. Su padrastro no se encontraba en casa, por lo que tuve que sobrellevar la situación como pude.

Las afueras de la casa empezaban a llenarse de carros de policía y vecinos cercanos tratando de averiguar que estaba pasando. Un detective llamado Richard Montgomery me había hecho unas cuantas preguntas y junto a su brigada investigaba atentamente el lugar de los hechos.

Yo no sabía como reaccionar a tal situación o que demonios hacer. Lo que acababa de ver me dejó estupefacto, con la piel helada. Sé que se siente perder a alguien, ya me había pasado dos veces y de formas extremadamente grotescas. Probablemente ella nunca había presenciado algo así, quedaría traumada por años. Sentía perfectamente la situación de esa pobre chica, aunque acababa de conocerla.

Acababa de conocerla en las peores circunstancias.

–Axel– la voz casi inaudible y forzada de Gia me llamó, volteé de inmediato a verla.

–¿Uh?– respondí.

–¿Quién me hizo esto? ¿por qué a mí Axel?.

–Quisiera poder entenderlo– contesté mirando un punto fijo.

Esa era la pregunta del millón. ¿qué pudo haber pasado? ¿quién podría meterse con la familia de esta chica y cometer un acto de salvajismo como ese?.

Ví bajar al detective Montgomery por las escaleras, detrás de él venían los forenses llevándose el cuerpo de la mujer. Gia cerró sus ojos con fuerza dejando escapar más lágrimas.

–Necesitamos su total colaboración en este caso. Será obligatorio realizar interrogatorios formales tanto a ustedes y al esposo de la señora Reed– nos informó el detective–. Pasen por la estación para tomar sus huellas y demás en cuanto la jovencita se sienta mejor.

–De acuerdo detective– respondí.

Haría lo que fuera por ayudar a Gia.

–Otra cosa más– empezó a decir antes de marcharse–. Deben irse de este lugar de inmediato. Hasta nuevo aviso es escena del crimen y es de suma importancia evitar su alteración.

–Llévame a casa de Krystel, te daré la ubicación– ordenó Gia incorporándose con dificultad. Yo me acerqué a sujetarla.

Hubiese querido tenerla conmigo...

Mierda, no es momento de pensar en eso, compórtate Axel.

–¿Segura que te sientes bien? ¿no quieres avisar a tu padrastro?– me mostré preocupado.

–Estoy bien, que se joda Samuel– contestó con rabia en su voz. Ya me había contado que no tenían una muy buena relación.

Salió al patio trasero y empezó a buscar ropa limpia dentro de la secadora; al tenerlas las metió en su mochila. Su gata se acercó a ella y la tomó en sus brazos.

–Vámonos de aquí Axel, volveré después por mis cosas– podía notar la tristeza en sus ojos hinchados, sus manos no habían parado de temblar. Esa chica tan hermosa si que lucía terriblemente mal y a pesar de no conocerla lo suficiente, sentía gran empatía por ella.

Mi enfermiza obsesión (PRIMEROS 12 CAPÍTULOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora