–A ver si entiendo– empecé a divagar en mis pensamientos después de un buen rato de silencio en un vago intento de procesar todas las palabras dichas por el detective Montgomery delante mío–. ¿Me está diciendo que posiblemente mi madre fue asesinada por una banda criminal y encima de eso, se robaron su cuerpo de un cementerio con vigilancia las 24 horas? ¿Se da cuenta de lo grave y ridícula que suena toda esa mierda?
–Cálmese por favor, desde que nos informaron sobre el asalto se abrió una nueva investigación. En cuanto a la implicación de la banda en el asesinato, aún no llegamos a nada concreto, solo es una hipótesis de acuerdo a la marca tallada en su brazo. Mire, es una especie de símbolo que se dedican a dejar en todas sus víctimas sin excepción, igual fue encontrada en el abdomen de un chico días atrás...
–Sí sí, conozco el símbolo ese, no quiero ver nada de eso ya– le interrumpí apartando de mi campo visual las fotos que me mostraba del hombro de mi madre.
Que poco respeto.
Un nudo se empezó a formar en mi garganta; estaba a punto de romper a llorar. La frustración e impotencia de no poder hacer nada, empezaban a apoderarse de mí nuevamente. Solo quería respuestas, no más dudas que pusieran en juego mi salud mental y si acaso mi vida. Aparte de estar lidiando con el desorden de mi existencia, resulta que también debía cuidarme de unos malditos criminales que encima son asalta tumbas. Mi madre se encontraba muerta y desaparecida, lo que faltaba.
–No sabemos qué relación tenía la señora Reed con esa gente, pero...
–¿Qué está queriendo insinuar? Ella no tenía nada que ver con ese tipo de cosas, debe haber algo más que tal vez estén ignorando– interrumpí otra vez indignada.
–Entienda que estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance, casos así son un proceso.
–Perdón, necesito un descanso. Llámeme cuando tenga algo más que teorías estúpidas, hagan bien su trabajo por Dios– ahogué mis lágrimas tragando saliva. No le di tiempo a refutar cuando ya me encontraba saliendo de su oficina. Krystel me esperaba sentada afuera. Se volteó hacia mí en cuanto me vió cruzar la puerta.
–¿Y bien?– preguntó de inmediato con cara de interrogación poniéndose de pie.
–Las cosas están feas amiga, pero te cuento en otro momento ¿sí? estoy algo cansada– contesté con la voz entrecortada, sin ánimos, conteniendo todo lo que llevaba por dentro. No quería sobrecargar mi mente dando explicaciones, tampoco ser una carga para la gente quiero. Ella asintió.
Caminábamos hacia la salida cuando lo vi. Después del tiempo en el que me había olvidado casi por completo de lo sucedido, de los gritos, de sus manos, lo vi. Samuel venía caminando en dirección a nosotras rumbo a la oficina del detective.
Me lleva.
Al vernos sonrió con los labios sellados y fue directo a abrazarme. El asco e incomodidad que sentí son imposible de describir. Me aparté rápidamente de su cuerpo agachando levemente la cabeza con la intención de ni siquiera mirarlo a la cara. A pesar de mi notorio desinterés, saludó también a Krystel y quiso buscar conversación.
–Gia no sabes lo mal que la estoy pasando...
Me perdí los segundos siguientes de lo que decía. Si que lucía terriblemente mal. Sus párpados estaban más caídos de lo habitual y con unas ojeras inmensas, su voz igual se notaba cansada y ni hablar de su peso corporal.
–Samuel, la verdad no me apetece hablar ahora, no me sient...– mi despiste se vió interrumpido por la presencia de Axel llegando a donde estábamos parados. Al verlo se me hizo un nudo en el estómago.
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Mi enfermiza obsesión (PRIMEROS 12 CAPÍTULOS)
AcciónAxel Howard, mi chico de ojos verdes. Una caja de sorpresas perversas. Manipulador y totalmente posesivo. Llevaba en sus adentros un inmenso mar oscuro, tan profundo que consumía y a mí me tocó sumergirme en él, sin saber nadar... Gianna Bernard, mi...