Gianna
–Estás demente Howard.
Susurraba al teléfono con tal de evitar despertar a Krystel que dormía a mi lado como un panda repleto de bambú. Al otro extremo de la línea se escuchaba la áspera voz de Axel desde hace más o menos 20 minutos, suplicando mi aceptación de sus disculpas por lo sucedido en la estación. A esas alturas empezaba a arrepentirme de haberle contestado, pero por desgracia era imposible evitar a Axel por tiempo indefinido.
–Créeme, ya me estaba preparando para dormir, pero te juro que encendería mi moto ahora mismo y te sacaría de esa casa para que me dejes explicarte todo– expresó tratando de convencerme. Una estrategia demasiado pobre de su parte.
–¿Y crees que te aceptaría como princesa enamorada? Dios mío Axel, deja de ver películas.
–¿Me estás retando Gia?
–Oye si vas a darme una explicación la quiero ahora mismo sin rodeos, déjate de estupideces.
–Claro, no soportarías las ganas de besarme si me miras a los ojos– rodeé la mirada ante su notorio ego por encima de las nubes. Aunque a decir verdad, no se equivocaba.
–Que insoportable eres.
–Espérame lista, voy en camino.
–Son casi las tres de la mañana no pued...
Y colgó antes de que me diera tiempo a inventar una excusa.
Suspiré derrotada. Esto era lo que me faltaba para hacer de este día una mierda gigante.
A mi mente llegaron tres posibles opciones con sus posibles consecuencias:
1) Esperar a que Axel aparque su moto como todo un fuckboy de esas películas cliché y hacerme la dormida. Él se molestaría conmigo por hacerle perder el tiempo como la típica persona que culpa a otros de sus idioteces sin sentido.
2) Decirle que el padre de Krystel me atrapó bajando las escaleras. Ya eso se saldría de mis manos y por ende, no recibiría reproches de su parte.
3) Salir a la calle, escuchar la historia ficticia o no ficticia que Axel tenga para contarme, luego hacerme la difícil y tal vez, solo tal vez, dejar esto en el pasado y seguir como si nada, aunque alerta siempre a cualquier evento similar.
Después de pensarlo un rato y confirmar por enésima vez que carezco de habilidades para la toma de decisiones juiciosas, como siempre supe que era hora de contactar a terceras personas.
En este caso, mi amiga la dormilona.
–Oye Krystel– le llamé en voz baja sacudiendo su hombro–. Krystel.
Se incorporó hacia mí con los ojos entrecerrados, luego respondió entre balbuceos.
–Mmm ¿qué pasó?
–Tenemos un 3312, Axel viene– abrió más los ojos y siguió mirándome con el ceño ligeramente fruncido–. A explicarme las cosas– los abrió aún más–. Y disculparse.
–¿A esta hora? puta madre– reclamó entonces, dejando saber que ciertas cosas no eran de su total agrado que digamos.
Su reacción era de esperarse.
–Me preguntaba si sabes que debo hacer.
–Ahg ni siquiera ando despierta todavía, no estoy pensando con claridad– se quejó antes de responderme con otra pregunta–. A ver, tampoco soy Dios ¿qué quieres hacer tú?
–Pues no lo sé, una parte de mí no quiere ni verlo pero, la otra parte necesita alguna explicación razonable.
–¿Explicación razonable dices? ¿Crees que para eso existe alguna explicación razonable?– continuó–. Axel claramente tiene problemas de ira. El golpe de Samuel no fue tan fuerte que digamos y él casi lo mata a golpes. Personas así son un peligro, eso no lo podemos ignorar.
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Mi enfermiza obsesión (PRIMEROS 12 CAPÍTULOS)
AzioneAxel Howard, mi chico de ojos verdes. Una caja de sorpresas perversas. Manipulador y totalmente posesivo. Llevaba en sus adentros un inmenso mar oscuro, tan profundo que consumía y a mí me tocó sumergirme en él, sin saber nadar... Gianna Bernard, mi...