Ella es una mujer mucho más bella que las otras, mas frágil y joven. Solo trabajaba en ángel de la noche por necesidad, para costear económicamente sus necesidades. Esta vez a Azazel no solo le cuesta afrontar la situación psíquicamente, si no que además le cuesta mucho más trabajo el maniobrar su cuerpo aun cuando este inconsciente. La promesa de la figura en sus sueños se estaba desvaneciendo y volvía a morir lentamente, por lo que al no poder bajar las escaleras del sótano cargándola, la lleva al jardín trasero. La sienta en el suelo de espaldas a un árbol, le ata las manos rodeando el tronco del mismo y ata también sus pies que quedan extendidos en el suelo; la amordaza fuertemente y se asegura que aunque despierte, no podrá emitir sonido alguno.
Ya habiendo colocado a Leire en su lugar y tomando todas las precauciones pertinentes, la despierta al verterle un balde de agua hirviendo en todo el cuerpo. Se estremece y despierta con la piel profundamente enrojecida y como Azazel lo había anticipado, al estar atada de espaldas al árbol y fuertemente amordazada, es incapaz de moverse o emitir algún sonido audible a más de un metro.
El estado físico de Azazel era ya decadente, se veía muy limitado pues no podía realizar mayor esfuerzo físico.
Tomó una navaja y comenzó a hacer pequeños cortes que no eran muy profundos en cada parte del cuerpo de la joven que a él se le antojara. La piel de la joven comenzaba a ampollarse debido a las quemaduras, el dolor de los cortes no eran nada en comparación al ardor de las llagas en todo el cuerpo. El hombre oscuro observo su entorno y después de una corta búsqueda, fue a la cocina, de donde regresó con varias botellas, comenzó a verter litros y litros de miel de abeja sobre el cuerpo lacerado de la criada, hasta haber vaciado todas las botellas.
Esto, hasta cierto grado, daba un alivio temporal al dolor de las quemaduras, pero lo maléfico de la obra era que la miel estaba atrayendo a un ejército de hormigas rojas. Se hallaba esclavizada junto a un enorme nido de hormigas Miles y miles de estas parecían hacer formaciones de batalla y desfilar hacia la miel vertida sobre el cuerpo de la mujer. Un ejército que lenta e implacablemente recogía su dulce botín, llenando a la vez de miles de dolorosas picaduras.
El solo correteo de las hormigas sobre aquella piel tan irritada era ya insoportable. Las ampollas abiertas en la piel, facilitaban que la miel se introdujera en ellas, así como también lo hacía en aquellos cortes hechos anteriormente Esto provocaba que las hormigas se vieran atraídas a arrancar pequeños trozos de la endulzada piel, trozos tan pequeños como la cabeza de un alfiler, pero tan dolorosos como arrancarse las uñas con los dientes.
Azazel sabía que las hormigas poco a poco, terminarían con su trabajo y dejo a Leire a cargo de ellas. La pobre criada agonizaba, esperando únicamente su lenta e inminente muerte.
Su capturador ya no soportaba el sufrimiento de su víctima y su asfixia ya no lo dejaba continuar con su tortura, por esto decide abandonar el lugar en busca de ayuda médica. Su tercer y última víctima estaba lista, aunque él realmente nunca la vio morir.
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Oscuridad
HorrorAzazel. Un joven hermoso, pero desperdiciado en una vida de libertinaje y un pasado oscuro. Se encontrará con la oportunidad de su vida, pero... ¿Cómo tomará las decisiones esta vez?