Azazel daba vueltas y vueltas a su cabeza, los enérgicos gritos de aquella infeliz en suplicas de su liberación se escuchaban como música de fondo, no pasó mucho tiempo para que se hartara de esos chillantes alaridos. No los podía soportar. Sabía que lo que hacía estaba mal, pero era capaz de cualquier cosa cuando se relaciona con ella. Tenía que explicarle el por qué de su huida, no era un simple capricho, el también tenía el corazón roto.
Se acercó a la mujer y sin ninguna muestra de emoción alguna, pues debía mantener su postura, y comenzó a golpearla repetidamente, casi a punto de hacerla desfallecer. Luego, cuando los golpes la habían dejado casi inmóvil, cosió su boca para asegurarse de no volver a escuchar aquellos ensordecedores alaridos nuevamente. Había sido una tarea ardua, la aguja no se deslizaba fácilmente por los carnosos labios de su víctima, y al no parar de gritar, debía de sostenerla en su lugar durante todo el proceso. No lo estaba disfrutando, pero tenía que asegurarse de que el ente lo considerara tortura. No podía solamente sacarla de su miseria.
Hecho esto, se percató de un par de tijeras podadoras que se encontraban en el lugar, era como si alguien las hubiera dejado ahí para él, una voz en su interior le dijo: "úsalas", las tomó y sin titubear, comenzó a amputarle los dedos de las manos de la joven, los cortaba uno a uno, causándole un dolor insufrible, la chica desesperada, se olvidó totalmente de los hilos que cosían su boca e intento gritar tan fuerte como pudo, pero al hacerlo, lo único que logro fue rasgarse los labios, logró abrir su boca. El hilo no cedió, pero sus labios si lo hicieron.
Retazos de piel y tejido que antes eran sus carnosos labios, colgaban de su boca, de sus mutiladas manos fluía una enorme cantidad de sangre, se encontraba inmóvil, abrumada de tanto dolor. Luego, en un acto que parecía solo diversión y maldad pura, Azazel tomó un mechero de llama alta, y tras asegurar muy bien aquellos despojos de manos, comenzó a quemar hasta casi carbonizar una a una las diez heridas donde antes se hallaban sus dedos. A pesar de la agonía que esto le produciría a la victima, no era solo para infligir dolor, el quemar la herida le permitía una especie de sutura y haría que la sangre dejara de fluir para no dejar que muera desangrada.
La joven, con la boca y manos mutiladas, simplemente no era capaz de soportar aquel sufrimiento, su cuerpo intentaba apagarse perdiendo el conocimiento momentáneamente, recuperándolo solamente cuando su agresor la golpeaba con el fin de hacerla reaccionar para que presenciara otro grotesco acto por parte de su captor.
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Oscuridad
HorrorAzazel. Un joven hermoso, pero desperdiciado en una vida de libertinaje y un pasado oscuro. Se encontrará con la oportunidad de su vida, pero... ¿Cómo tomará las decisiones esta vez?