│Cinco.

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La agonía inminente que se desbocaba en mi parecía no tener final, pues aduciendo el hecho de que su figura me atormentaba a donde quiera que miraba era un prueba contundente. Su semblante sereno adornado con aquellos orbes desasosegados contrastaban con el clima irresoluto que desde la mañana nos cogía abrigo. Al parecer ahora mi lugar secreto ya no era tan arcano, cosa que no me pareció nada nuevo. Me acerqué quizás por el hecho de que no quería que viera en mi persona un acto de cobardía pues necesitaba verme decidida y imperturbable, su cuerpo yacía en la mesa, su mano derecha sostenía su rostro mientras la otra reposaba junto a su morral.

Podría apostar a que me esperaba...

Su sonrisa llena de sorna se ensancho aún más al tiempo en que observaba como me acercaba hasta el  punto de sentarme ante él—¿Qué haces aquí, Kim?—mi pregunta pareció no sorprenderle en lo absoluto ya que aún mantenía su semblante socarrón, pero cierto atisbo centellaba en sus pupilas al comprender el doble filo de la pregunta capciosa.

Retiró con gentileza su mano que yacía sosteniendo su rostro para erguirse y mostrarse más interesado en la pregunta que en la respuesta en si. Sus ojos me penetraron mientras dejaba reposar su brazo sobre la mesa, su sosiego me desconcertaba pues yo era la única que no se hallaba en completa tranquilidad. Luego de remojar sus labios farfulló:—No creo que sea esa la pregunta correcta, Min.—retándome decidió jugar el mismo juego al no llamarme por mi nombre ni mucho menos caer en mis trampas básicas que, usualmente eran eficientes. Crucé mis brazos replanteando sus palabras con serenidad, pero el coraje podía más que mi fuerza de voluntad, su sonrisa insana me provocaba horcajadas sin olvidar las miradas divertidas hacía mi persona.—Quizás la pregunta apropiada sería el ¿por qué estoy aquí?.—finalizó expectante.

—De acuerdo.—agregué desafiante sintiendo como la brisa tenue llevaba consigo las hojas secas de los arboles yacentes en el pasto.—¿Por qué estás aquí?—no podía dejar de observar sus orbes, como cambiaba el tenue color negruzco de sus ojos con cada palabra resultaba extrañamente despampanante. 

Meditó con cautela pero sin dejar esa fachada imperturbable, sus labios se secaron luego de finalizar su respuesta:—Por ti.—sin poder más siendo presa de la agonía me marché con mi furia aplacada. 

Desconcertada me dirigí hacía los pasillos pasando de largo por el campus, el corazón me latía de manera desmesurada mientras sentía como la boca se me secaba con cada paso que daba. Me había tomado desprevenida puesto que al parecer su plan no era más que engatusarme con su enorme belfo y su labia levemente improvisada. Hallándome a mitad del pasillo una mano alcanzó mi morral provocando la ruptura de mis pasos, giré temiendo lo peor, pero la suave sonrisa de Jeon me tranquilizó. Al tiempo en que me observaba por unos segundos pude notar su flequillo levantado y el traslucido sudor que cubría su rostro, al parecer me había seguido desde que crucé el campus, era eso o me estaba siguiendo:—Sune, ¿Por qué estas tan agitada?—su confusión dejó en claro que me había visto desde el campus, su mirada algo oscura debido a la poca luz que llegaba en los pasillos me escrutaba tratando de encontrar la verdad absoluta, cosa que a mi no me convenía que sucediera. Con un leve gesto comprendió que necesitaba soltarme pero aún así no lo hizo. 

Mi cabeza daba vueltas mientras trataba de hallar una idea convincente para poder sanjar el asunto sin el más mínimo rastro de falsedad:—Es que se me ha olvidado algo en el salón...—siendo plenamente consciente de mi situación esperé con la mirada perdida entre sus ojos a que me creyera y olvidara el tema de una vez, su entrecejo se frunció al tiempo en que observaba el suelo de momentos hasta dirigir su orbes oscuros hacía mi. 

—Oh, ¿Tienes algo importante que hacer?—al parecer había caído en el engaño, asentí sin mostrar tanto interés en el problema. 

Dejando de sostener mi morral para ahora direccionar su agarre hacía mi brazo dándome a entender que aún no encajaba todo para él, por consiguiente aún no era libre, agregué:—Si, he dejado unos libros y necesito estudiar desde hoy para el próximo examen...

Jungkook sonrió:—De acuerdo, es muy tierno que te preocupes un poco más por el colegio.—sus ojos formaron una delgada línea mientras seguía sonriendo, por un momento de culpa me sentí mal por estarle mintiendo a él y a lo demás desde que llegué. 

Mirándolo por unos segundos caí en cuenta, no quería que nadie les hiciera daño y mucho menos por mis errores, tal vez, después de todo si tendría que alejarme de ellos. Súbitamente, a solo instantes, una mano de hielo cae sobre la mano de el pelinegro que a su vez sujetaba la mía. 

—Sune, me dejaste esperando allá afuera.—su sonrisa burlona no contrastaba con sus orbes negruzcos sin vida. Nada de el detonaba risa, si no más bien, ira. Sin mirar a Jungkook, quien se hallaba tan o menos sorprendido que yo, provocó la ruptura de nuestro enlace y sin dejar que objetara ante la agresión, me llevó con él, dejando a un Jungkook desorientado de pie en los pasillos desolados.

—¿Qué demonios te pasa?—exclamé llena de furia, soltó mi mano, pero sus ojos me mantenían atada. Ya no sonreía. Se acercó dejando que su hálito aliento cayera sobre la punta de mi nariz:—Primera advertencia, mi Sune.—tomó un mechón de mi cabello al tiempo en que me mirada con recelo.—O tú te alejas de ellos, o yo los alejo de ti.—sus labios húmedos rozaron mi nariz al tiempo en que terminaba de amenazarme, una corriente inenarrable recorrió mi nuca bajando por mi espina dorsal ante aquel tacto tan trivial. 

Sus pasos ágiles dieron vida a su cuerpo tenso, dejándome sola entre la esquina del pasillo, aún podía sentir su agarre quemándome como mil infiernos.

Me sentía indefensa, vulnerable, incapaz de poder huir de su tacto o de su voz, sus ojos ya no eran iguales, ya no eran aquellos ojos llenos de luz que tuve la dicha de conocer la primera vez, ahora era un monstruo. 

Aunque, siempre había sido uno.


「Hell」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora