│Seis.

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Luego de la ferviente amenaza hacía mi persona, tuve que replantearme más de una vez, si era de verdad necesario acatar las ordenes. ¿En realidad Kim estaría completamente entregado a alejarme del resto, a acorralarme? La mañana era hermosa, llena de un fulgor desbordante que cubría deliberadamente el techo de el autobús grisáceo, las nubes flotaban entre el manto cielo azulado, la lluvia había cesado de improvisto proporcionando la llegada del viento céfiro. Mientras observaba por la ventana sin el más mínimo rastro de aquel ser en el vehículo en marcha, todo se veía más fácil; sencillo. Encontrándome en esa vana posición la idea de simplemente huir era escarnecedora ante mis ojos resegados, Porque si, aún con la cobardía de por medio no quería seguir así, era cuestión de segundos para caer cautivada por él, entre sus garras negruzcas que se arrastraron hasta la superficie en busca de mi ser. Tan solo pensar en la imagen ensordecedora de un Taehyung hecho fiera cubierto de rojo reluciendo dos enormes cuernos, escalando el infierno en mi búsqueda me resultaba escalofriante.

Suspiré exhausta llevando mi dedo al vidrio a la par que recorría las gotas secas que aún luchaban por no caer. No tengo remedio, soy una estúpida por seguir sintiendo esta bazofia de cariño hacía su persona. Jimin me recibió con una sonrisa cálida ante mi llegada, llevaba un suéter negro a juego con unos jeans desgatados, su gorra blancuzca lo protegía de el potente sol que minutos antes había aparecido, pero aún así podía ver su hermosa sonrisa dándome la bienvenida.—Hola—murmuré. Nos encontrábamos entre los pasillos un tanto desolados puesto a que me agarró antes de llegar a ellos.—¿Y los chicos?

—Están en el salón—luego de el sutil abrazo me soltó— Estábamos afuera pero a Hoseok le pico una abeja así que ahora estamos aquí escondidos.—agregó haciendo una mueca, reí sin poder evitarlo. Jimin me miró escuchando mi risa y también me copió.—Me alegra mucho tenerte aquí.—podía ver ante sus ojos marrones que no mentía y que su acogedor comentario era una verdad desbordante.

El corazón se me encogió sin aviso. Sonreí vanamente intentando ocultar mis sentimientos que se hallaban dispuestos a delatarme.—Yo también me alegro de estar aquí.

Si, no tengo porque hacerle caso a ese pobre diablillo.

El salón se encontraba desolado, salvo por aquellas cinco personas que formaban un club a punta de mesas y sillas agrupadas, todos hablaban deliberadamente mientras el olor a fritura llegaba a mis narices, Yoongi disponía de unas papas picantes y una sensación de juventud plena llegó hasta mis sentidos. Luego de saludos tomé asiento observando como Jungkook peleaba con Yoongi por unas cuantas papas. Me sentía a gusto, feliz, estaba aquí con ellos en nuestro salón hablando de papitas y exámenes reprobados, mientras sonreía caí en cuenta de golpe, como si una alarma programada estuviera haciendo acto de presencia justo ahora.

No lo había visto.

—Chicos.—llamó SeokJin mientras revisaba su celular con sorpresa.—Acaban de publicar que habrá una fiesta.—desde ahorita podía sentir como la mirada de Jimin brillaba.

—Joder, es lo que necesitamos.—sin esperar mucho el mencionado habló.—Tenemos que ir.

Todos parecían convencidos de la maravillosa idea. El estar en una fiesta, más alcohol, más música a tope, más mucha gente y poco tiempo de pensar era lo que mi cuerpo necesitaba. Quizás así podría olvidarme un poco de todo. NamJoon sacó su móvil buscando la invitación.—Es está noche—murmuró.

Acto seguido como un dominó, Yoongi dejó a un lado sus papas y rebusco su celular en busca de información.—Pero oigan—recosté mi cuerpo en el respaldar de la silla queriendo comodidad, sin poder evitarlo me encontraba divagando en la idea de una fiesta.—Resulta ser una fiesta de mascaras.

「Hell」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora