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Roger puede decir que el doctor Paulson ha tenido un largo día.

- Y... ¿Todo bien con su esposa, Dr. Paulson?- Roger le pregunta cortésmente.

- Perfecto.- Dice el Dr. Paulson afablemente, dejándose caer sobre la silla.- ¿Te apetece chocolate o una piruleta?

- Piruleta- responde Roger. Le gusta chupar lo más obscenamente posible de vez en cuando, solo para comprobar los límites del doctor.

El dulce es de color rojo, verde-rojo-amarillo, como las cerezas.- Roger lo frota en sus labios, tintándolos tan rojos como le es posible.

- En la última sesión discutimos sobre libros- dice el Dr. Paulson, sin prestarle atención a Roger y a su piruleta.- Y sobre los dolores de cabeza.

- Pueden ser sinónimos.- Dice Roger.

- Sí, has mencionado eso muchas veces.- responde el doctor con tono cansado.

- Y la Biblia-

- Tiene las letras tan pequeñas que parece que se esté mirando un arcoíris.- el médico termina.

- A pesar de que la primera parte-

- Del Génesis es casi entera verde, para que pueda leerlo.- dice el Dr. Paulson.- tomo muy buenas notas, ¿recuerdas?

- Recuerdo- dice Roger en el mismo tono que utiliza su madre.

El Dr. Paulson, que está totalmente familiarizado con los tonos vocales de Roger, suspira.

- Roger, no estoy en mi mejor momento hoy.- dice. Se inclina hacia delante y Roger se sacude con tanta rapidez para alejarse que la piruleta casi pasa por su garganta.

- Lo siento, lo siento- se disculpa el Dr. Paulson. Se quita las gafas para frotar su mano contra su cara.- Lo siento, Roger.

Roger no dice nada. Piensa que si abre la boca, nada más que la jerga que solamente Brian parece entender saldrá. Al notar su corazón latir desbocado, pone una mano sobre él. El Dr. Paulson sigue sus movimientos con la mirada y se estremece.

- Lo siento, Roger. No fue mi intención asustarte.

- Estoy bien- dice Roger, tranquilo cuando escucha a las palabras salir normales de su boca.

- No lo estás, Roger. - dice el Dr. Paulson con un suspiro.- No estás bien.- Mueve la cabeza despacio, como para despejarse. - ¿De qué quieres hablar hoy?

Roger se encoge de hombros.

- No lo sé.

- ¿Has estado escribiendo?

- Un poco- murmura Roger, mientras juega con un hilo de sus vaqueros.

- ¿Y has escrito sobre algo interesante o especial?

- La casa del árbol.- Roger inmediatamente desea no haber dicho nada, pues los ojos del doctor se tornan azules- naranjas-verde, totalmente interesados.

- ¿Qué casa del árbol?- pregunta el Dr. Paulson, apuntando algo en su cuaderno.

- He encontrado una casa del árbol en el bosque.- murmura Roger, con el ceño fruncido, mirando la alfombra. Se siente extraño, expuesto.

- ¿Cómo es la casa del árbol?- pregunta el médico, sin levantar la vista del cuaderno.

- No lo sé. De madera.

<<Amarillo-púrpura. Como la tiza mojada o la nota más baja del piano.>>

- ¿Tus padres saben acerca de la casa del árbol?

- ¿Importa eso?- responde Roger, un poco más a la defensiva de lo que pretendía.

El Dr. Paulson parpadea.- Supongo que no.- Dice lentamente.- Solo quería saber si has estado hablando con ellos.

- Podrías haberle preguntado a ellos.- Apunta Roger.- O podría simplemente habermelo preguntado.

- Tienes razón, Roger. Lo siento.- el doctor suena genuinamente arrepentido.- ¿Has estado hablando con tus padres?

Roger resopla.

- Ya me lo imaginaba.

El médico se inclina hacia delante de nuevo, esta vez lentamente, así Roger tiene tiempo para hacerse a su presencia.- Creo que deberías hablar con ellos, Roger. Realmente se preocupan por tí.

- No lo hacen.- Roger sabe que suena como un niño, como el olor de las cáscaras de naranja, pero no le importa.

- Lo hacen, Roger. Estaban tan mal, tan molestos cuando se enteraron de lo que te había sucedido...

- Ellos nunca me creyeron.

- Roger, no era muy fácil de entender entonces. Todavía no lo es, de verdad.

Parece que lo maneja.

- Te conozco desde hace mucho tiempo, Roger.

- También mis padres.

-¿Realmente?

Roger se mantiene en silencio durante un momento.

- No. Ellos no me conocen en absoluto.

- Roger, ¿alguna vez has pensado en hacer las paces con tus padres?

Roger frunce el ceño.

- Debería ser ellos los que tendrían que hacer las paces conmigo.

- Lo están intentando, Roger, de verdad. - dice el doctor.- Creo que no lo has notado, pero están tratando de reparar el daño.

- Bueno, están haciendo un gran trabajo- murmura Roger.

El Dr. Paulson hace caso omiso de ese comentario.

- Me han dicho que han estado tratando de sacarte más y de hacerte participar en actividades en familia.

- Νο me gustan las multitudes- Le dice Roger a su médico.- No me gustan los juegos de mesa. No me gusta la televisión.

- No saben lo que te gusta, Roger. Pero estoy seguro de que estarán dispuestos a hacer lo que te gusta contigo.

- Yo... - Se pausa Roger.- No hay nada que me guste hacer.

El Dr. Paulson se queda en silencio un instante.

- Te gusta Brian.

Roger parpadea.

- ¿Qué?

El Dr. Paulson nunca ha sacado el tema de Brian de buen grado.

- No estoy diciendo que Brian sea real, Roger.- Dice el doctor rápidamente.- Pero tal vez deberías contarle a alguien de tu familia sobre él.

- ¿Y qué propósito tendría, a parte de atender a mis delirios?

- Te ayudará a abrirte.- dice el Dr. Paulson, ignorando su sarcasmo.- Es mucho más fácil de entender a una persona cuando esta habla de algo que le apasiona.

Roger reflexiona a cerca de esto.

- Pues tendrás que decirles a mis padres que hablar sobre Brian me viene bien.

El Dr. Paulson suspira.

- No fue mi intención que se tomasen a mal lo de Brian cuando les hablé de él. Lo siento.

Roger se encoge de hombros.

- Lo que sea.

El Dr. Paulson asiente lentamente para sí mismo, escribiendo algo en su cuaderno.

- Voy a hablar con ellos.

•FØREST FIC•//MAYLØRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora