~Un cruel destino~

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Egipto, un hermoso lugar gobernado por un joven que tuvo que tomar aquella responsabilidad por la muerte de sus padres, dentro de aquel bello lugar, se dictaminó que él mismo, para que pudiera continuar su reinado, debía contraer matrimonio, con una joven que cumpliera con las características necesarias para poder reinar a su lado, pues no sólo debía ser hermosa, también debía poseer cierto "poder" pues, el faraón poseía un artículo muy valioso, que le fue entregado después que su querido padre falleciera, el rompecabezas del milenio, un artefacto que albergaba un gran poder, sin embargo, éste no era el único artefacto que existía en aquel entonces, otros seis artículos similares al rompecabezas del milenio eran poseídos por personas denominadas "sacerdotes", estos mismos solían rodear siempre al faraón, aunque el más cercano a él era, Mahad, quien era el encargado del cuidado del faraón, el mismo tenía bajo su poder el anillo milenario, este joven, daría su vida por salvar al joven Atem, de cualquier catástrofe que se presentara.

El día del matrimonio había llegado por fin, la espera había sido bastante y el acto ceremonial se dio a cabo, aquella unión por fin se había consumado, así que ahora era momento de presentar a la hermosa joven ante el pueblo.

-Presentamos a Zahra ¡La nueva reina! –

Todas aquellas personas aplaudían y gritaban desde abajo del palacio, mientras que el faraón y su ahora esposa, saludaban a sus súbditos desde aquel balcón, sin embargo, no contaban con que alguien los observaba desde las sombras y las intenciones de aquel hombre, eran realmente oscuras...

La celebración por fin terminó, la joven no se separó un instante de su prometido y cuando aquellas jóvenes hermosas empezaron a bailar para el faraón, Zahra se puso de pie y seguida de su ahora esposo, dejaron aquel lugar, por lo que aquellas jóvenes siguieron bailando para los demás presentes...

-Entonces... ya estamos casados- Murmuró la joven mientras estaba sentada en la orilla de la cama en la que ahora dormirían juntos, ella le daba la espalda al faraón pues se encontraba un poco nerviosa por la situación.

-Así es- Respondió el faraón un poco nervioso, quien se encontraba al otro lado de la orilla, dándole la espalda a su reina... así pasó un largo rato hasta que ambos voltearon a verse al mismo tiempo.

-Zahra, yo... - El faraón observó a la hermosa joven y sus ojos brillaban como nunca, él decidió tomar la iniciativa y se acercó a su esposa, para culminar aquella noche, donde ambos demostraron lo mucho que se amaban, a pesar de haber sido un matrimonio arreglado.

La mañana había llegado, el último día de paz en aquel lugar, aparentemente las cosas se daban con normalidad, sin embargo, cuando ya había anochecido, los gritos agonizantes en aquel lugar se dejaron escuchar, Atem por su parte sostenía el cuerpo sin vida de su joven esposa ¿qué estaba sucediendo? ¡No había podido salvarla!, todo había sucedido tan rápido, incluso, su fiel compañero Mahad, había sido derrotado por aquel ser, así pasó con cada sacerdote que controlaba algún artículo del milenio, por lo que después de dejar a su hermosa esposa en el suelo, fue en busca de aquel ser y como era bien sabido, Atem poseía un poder inmenso en su interior, gracias al artículo del milenio que poseía, al enfrentarse a Zorc, que así se llamaba aquel ser, tuvo que sacrificar demasiado, pero... su vida no era ya nada sin las personas a las que él amaba a su alrededor... así que utilizó un poderoso hechizo, el precio para poder sellar a Zorc, era que su alma sería sellada en aquel rompecabezas, de esa forma, aquel oscuro día, por fin llegó a su fin.... 

Continuará....

La flor blanca de EgiptoWhere stories live. Discover now