~Un paseo nocturno~

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Ambos jóvenes se observaron esa noche, la cercanía entre ambos era muy evidente, incluso el faraón podía percibirlo –Bueno... a decir verdad, no conozco a nadie con ese nombre- El faraón colocó su brazo detrás de su cabeza, frotando su cabello y desvió la mirada, rompiendo aquel momento... ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso estaba nervioso?

La joven no se notó muy convencida y sonrió levemente –Está bien- Se limitó a responder y de pronto un viento frío empezó a dar –Volvamos a casa- Dijo el faraón, notando que la joven iba únicamente con su blusa de la escuela - ¿No tienes frío? – Le preguntó y al observarla mejor, incluso su nariz se había puesto de un tono rojizo –¡E-Estoy bien! – Exclamó la joven, aunque mentía y el faraón se percató de eso –Toma- él se quitó su saco y se lo colocó en la espalda –Pero... pero tú- El faraón continuó su camino para que la joven no pudiera replicarle, la joven se colocó aquel saco y suspiró, el olor que emanaba aquel saco tenía una fragancia muy deliciosa, o al menos eso pensó la joven en aquel instante y corrió para alcanzar al faraón –Gracias-

Ambos jóvenes continuaron su camino y cuando pasaron por una pizzería, se percataron que Yugi y Tea estaban conversando dentro... -Vaya, parece que no somos los únicos que estamos fuera- Dijo el faraón y Hayami asintió... sin embargo, cuando iban a continuar su camino el pequeño Yugi los alcanzó a ver y salió rápidamente - ¡Atem, Hayami, no se vayan! – Exclamó y los jóvenes voltearon a verse... -No queremos interrumpir- Dijo con suavidad la joven, pues ella sabía de los sentimientos que tenía aquel jovencito por la dulce Tea y aquellas palabras ocasionaron un sonrojo en Yugi, luego de aquellos minutos, Yugi los logró convencer y los tres ingresaron a aquel lugar, Tea dirigió su mirada a Atem y luego a Hayami... notando inmediatamente que la chica llevaba el saco del ojivioleta.

-Hola, es bueno verlos- Dijo desviando la mirada, Hayami le hizo una reverencia y Atem fue directamente a sentarse, acto seguido Hayami lo siguió.

-¿Por qué andan caminando a estas horas los dos?- Preguntó Tea curiosa.

-Oh... bueno es que el faraón tuvo un pequeño desmayo cuando ambos se fueron- Respondió Hayami.

-¡¿QUÉ!?- Exclamó Tea y casi se cae de su silla -¿Estás bien?- Le volvió a preguntar sujetando su brazo.

-Sí, no fue nada grave, además Hayami estuvo cuidando de mí hasta que despertó- El ojivioleta dirigió su mirada hacia aquella dulce joven y Hayami se limitó a sonrojarse y a sonreír -Bueno, no podía dejar que se quedara solo en ese lugar- Afirmó, Tea soltó lentamente el brazo de Atem y continuó comiendo su trozo de pizza.

Aparentemente las cosas iban marchando bien, pero Tea estaba realmente frustrada por la situación de Atem y Hayami ¿Cómo podía ser posible que ambos fueran tan cercanos ahora?...

La noche pasó por fin y los tres regresaron a casa una vez fueron a dejar a Tea a su casa, en el camino el faraón tuvo otro pequeño mareo, por lo que tuvieron que detenerse otro momento.

-Atem ¿Seguro que te encuentras bien?- Le preguntó Yugi mientras observaba a su hermano sostenerse el rostro, Hayami había ido a buscar unas cosas en la farmacia.

-No quería decir esto... pero últimamente he tenido unos sueños realmente extraños sobre mi pasado...- Le dijo a Yugi y éste lo observó -¿Qué tienen de extraño?- Preguntó ingenuamente.

-Bueno... en mi sueño aparece Hayami... aunque no sé porque suelo llamarla Zahra, no sé que está pasando conmigo Yugi- Suspiró el faraón mientras se terminó recargando en aquella banca.

-Quizás sólo te agrada mucho y la estás soñando por esa razón- Le dio un pequeño golpe en su hombro y le guiñó el ojo, el faraón se limitó a reír con suavidad y a ver el cielo, él presentía que había algo más en aquellos suelos y tenía que averiguarlo de una o de otra forma...

Continuará...

La flor blanca de EgiptoWhere stories live. Discover now