Sansa (9)

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La noche había caído en Invernalia, las paredes vibraban por la gente que estaba afuera caminando y corriendo para alistarse para la batalla próxima. En el Gran Torreón el silencio reinaba, los aposentos de Sansa estaban oscurecidos por la noche, solamente una vela iluminaba la habitación. Podía escuchar la leve respiración de Daenerys recostada en su cama frente a ella, pero era tan baja que le causaba ternura.

Los ojos violeta de Dany no dejaban de ver los azules suyos, cuando la reina llegó Sansa pensó que lo que quería era despedirse de esa forma que hacían cada noche, pero Daenerys solamente entró y se acostó en su cama, luego la invitó a estar a su lado y Sansa lo hizo. Al llegar Sansa le preguntó cómo estaban sus dragones, y Daenerys le informó que Rhaegal y Viserion estaban esperando en una colina cercana mientras que Drogon la esperaba al sur del castillo. Pero luego de eso no volvieron a hablar.

—¿Crees que vivamos? —Daenerys rompió el silencio luego de unos minutos.

Sansa suspiró, realmente no sabía qué contestarle porque no tenía idea de lo que pasaría, pero ella deseaba que fuera así. No soportaba pensar que cuando Daenerys saliera de su habitación esa noche podría no volver a ver esos ojos violetas y esa sonrisa que le quitaba el aliento.

—Es probable —contestó, aunque verdaderamente no sabía.

—¿Te despediste de tus hermanos? —Preguntó la reina.

—Solo de Theon y Bran —dijo Sansa—, a Arya la veré en los muros del castillo.

—¿Y Jon?

—No me lo encontré, cuando dejé a Theon con Bran vine directamente aquí.

Dany asintió. A la pelirroja le dio un temblor por el frío, de pronto se le vino a la mente que se le había olvidado pedir que le encendieran la chimenea pero pensó que los criados estarían muy ocupados esa noche así que no importaba mucho. Sansa se removió en la cama para acercarse aún más a Daenerys.

—Tengo frío —sonrió.

La Reina Dragón también resaltó una sonrisa, puso su brazo alrededor de Sansa y la atrajo más hacia ella, la Dama de Invernalia también pasó sus brazos por el cuerpo de su reina, quedaron enroscadas en un abrazo.

—¿Traes puesta una armadura? —Quiso saber Daenerys.

—Sí, está incrustada en el vestido —Sansa respondió—. ¿Tú usarás alguna?

—Lo haré —asintió Dany—, la usaré cuando se haga el llamado.

Sansa también asintió, se hundió en el abrazo que tenían y cerró los ojos mientras respiraba el aroma de Daenerys.

—Quiero estar así siempre —confesó Sansa.

—Desearía que así fuera —Daenerys apretó su cuerpo con el de Sansa y ella no pudo evitar suspirar.

La respiración lenta de Dany la tranquilizaba, Sansa sentía un enorme miedo por los muertos que se acercaban pero tener ahí a su reina la calmaba y no quería que se fuera. Pero el terrible sonido de un cuerno de guerra sobresaltó su corazón, era lo que avisaba el comienzo de la batalla. Sansa miró los ojos violeta de Daenerys y vio la preocupación cruzar su mirada.

—Ya están aquí —murmuró Sansa, su voz temblaba.

Daenerys parpadeó repetidamente y tragó saliva.

—Debemos ir —asintió.

La pelirroja se soltó de sus brazos y tomó su capa de piel para echársela sobre los hombros. Daenerys también se levantó, pero se quedó viendo a Sansa como si la esperara para decir algo.

Reinas de PonienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora