Esa sería la última vez que Sansa mirara a través de las ventanas hacia un lugar que ni siquiera ella misma sabía que estaba ahí. Sus delgados dedos chocaban contra la madera de la larga mesa en la Sala del Consejo de la Fortaleza Roja. Llevaban horas sentados dándole vuelta una y otra vez al mismo problema, nadie parecía encontrar soluciones.
De por sí, Sansa se sentía mal. Su estómago le dolía todavía y sentía que su vientre estallaría en cualquier momento. Realmente no estaba de humor para estar sentada rodeada de los consejeros de su esposa, a su lado estaba Missandei que prestaba atención a lo que discutían Daenerys y Tyrion mientras le echaba un vistazo a Sansa. Se imaginó la razón unas cien veces.
Sansa sabía que últimamente todos la miraban como si se fuera a romper. Le parecía entendible si se tratara de alguien más, pero ella no quería mostrarse débil. Era una Stark después de todo, y los Stark no podían ser débiles, al menos no ella.
Cada vez que cerraba los ojos recordaba la sangre que salía de ella y el dolor que tuvo unas semanas atrás. Le hubiera gustado no someterse a ningún hechizo, encantamiento o lo que sea que Kinvara haya hecho con ella, pero Daenerys había estado convencida de que sería efectivo cualquier cosa que la sacerdotisa hiciera, después de todo ella fue quien trajo a su esposa de vuelta a la vida.
Mientras Sansa pensaba en las razones por las que todos estaban ahí parecía una broma de mal gusto en su cabeza. Daenerys estaba en medio de una posible rebelión mientras que Sansa intentaba crear vida en su interior. Como si concebir un hijo fuera más fácil que sofocar una rebelión.
—Nos quedaremos sin fuerzas en las Tierras del Oeste si esperamos a que los Inmaculados se encuentren con Lady Tarly en Altojardín —Sansa escuchó la quejumbrosa voz de Tyrion hablar sobre los murmullos del consejo.
—No pensaba quedarme aquí sin hacer nada —dijo Daenerys—, volaré hasta el oeste y dejaré sin fuerzas a los rebeldes.
—Disculpe, majestad, pero si pretende enviar a la Mano lejos de Desembarco del Rey y usted atacará en las Tierras del Oeste... ¿Quién protegerá el trono y a toda la capital?
Sansa miró la preocupación en el rostro de Varys. Seguía más interesado en la gente común que en las guerras de los grandes señores. Daenerys estaba de pie mientras que los demás seguían sentados, miró la misma ventana que Sansa había estado viendo unos momentos antes. Se hizo un silencio largo, como si Daenerys no hubiera pensado en aquello.
—Le pediremos ayuda al Norte —respondió la reina y se dio la vuelta para encontrarse con la mirada de su esposa—, la reina Sansa regirá en mi ausencia y los norteños serán suficientes para proteger la ciudad.
Sansa arrugó el entrecejo, esperó que Daenerys entendiera su confusión, pero en su lugar, la de ojos violetas miró para otro lado.
—¿A quién se le informó sobre esto? —Ella preguntó.
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Reinas de Poniente
FanfictionLa reina Daenerys Targaryen llega a Poniente con su ejército de Inmaculados y Dothraki y sus tres dragones. En su camino para conquistar el Trono de Hierro, conoce a la Dama de Invernalia, Sansa Stark, y queda completamente enamorada de ella, pero D...