Ocho.

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VIII

Caminaba por una de las tantas calles de New York, con las manos en los bolsillos y la mirada en el suelo, tratando de esquivar a los otros peatones. Algunos periodistas caminando a la par mía, tomando de vez en cuando una que otra foto.

«Era tan molesto…»

Entonces… subía la vista y frente a mí estaba Megan, con sus ojos sorprendentes y una sonrisa relajada, se encogía en hombros y después decía mi nombre.

— ¿Conque has estado buscándome? —Preguntó, dando pasos lentos hasta mí, que me había quedado congelado en mi lugar. Balbuceaba un casi inaudible sí, y ella reía.

— ¿Por qué no sales de mi cabeza? —Fruncí el ceño. «¿Era ella un demonio apoderándose de mi sensual cuerpo y  necesitaba yo un exorcismo?»

Se encogió en hombros de nuevo y siguió acercándose.

—No lo sé, yo también he estado pensado en ti…

— ¿D-de verdad? —Idiota que parecía.

—Sí —sonrió tímidamente.

Todo se tornó en cámara lenta, y luego ella llegaba hasta mi, la rodeaba con mis brazos y acercaba mis labios a los suyos…

—No olvides levantar tus calzoncillos del suelo, Harold—dijo, su voz sonando familiarmente masculina.

«¡Estúpido Niall!» 

Words |h.s||pausada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora