Veintitrés

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XXIII

Lo hice. Después de casi un año de espera, lo hice.

Sus labios eran perfectos, tal y como los había soñado. Rosados, suaves y delicados. En cuanto tocaron los míos, supe no podría separarme de ellos. La arrinconé contra la puerta de su habitación y la besé. Y ella respondió. Gracias a Dios.

«Bien pudo patearme las bolas y llamar a la policía»

¿En qué nos convertía ese beso? ¿Podía ser mía?

 

Words |h.s||pausada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora