II

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Muy lejos del infierno, en los terrenos del paraíso, el lindo arcángel se encontraba sentado en una silla, su cabeza reposando sobre el escritorio frente a él.

  Cuando volvió de su misión, hace algún tiempo ya sin poder decir exactamente cuándo, porque el tiempo pasaba de manera distinta en el cielo y el infierno a como pasa en el mundo humano, fue curado por Rafael. El arcángel de ojos celestes lo atendió preocupado, diciendo que debía tener más cuidado y era una fortuna que se encontrara bien.

  JeongHan le dijo que en poco tiempo se recuperaría por completo, debía descansar y pronto podría volver a retomar sus misiones normales. Trataba de darle un enfoque positivo a aquello, tendría tiempo libre, lo que de cualquier forma seria bueno.

  Pero no lograba sacar las palabras y sonrisa siniestra del demonio de su cabeza.

  Desde que regresó de su misión seguía con el mismo pensamiento, por más que tratara de olvidarlo y dejarlo pasar. Lo seguía torturando, llamándolo de terror por la simple idea de que tal vez, el demonio, tuviera razón.

  Sus ideas fueron interrumpidas cuando a la habitación ingresaron otros dos ángeles, específicamente un par de Serafines que se acercaban riendo entre ellos, saludándolo con sonrisas.

   —Hola, hermano Uriel —saludó uno de los ángeles de tres pares de alas. La otra agitando su mano con alegría.

  Devolvió el gesto sin muchos ánimos, tratando de sonreír para no ser descortés. —Hola HwiTaek, YongSun.

  Los otros dos parecieron darse cuenta del estado del arcángel, acercándose a él para tratar de ayudarlo. —Hey, ¿qué tienes? ¿te sigues sintiendo mal acaso? —preguntó YongSun.

  JiMin negó rápidamente. —No, no es eso. Hay algo que me incómoda, y no sé con quién hablarlo.

   —Podrías hablar con nosotros —propuso HwiTaek, sus tres pares de alas rozando sus costillas.

   —U-uh —murmuró avergonzado de no sentir la suficiente confianza como para hablar con ellos—, n-no. E-es algo personal y espero lo entiendan, quisiera hablar con alguien pero no tengo idea de quién podría comprender...

  Los Serafines se miraron entre si, teniendo el mismo pensamiento casi al instante. —Bueno —Comenzó YongSun—, sólo puedo pensar en alguien si enserio quieres ser comprendido.

  JiMin los miró, asintiendo para que siguieran hablando.

   —Raziel —completó HwiTaek—, si alguien sabe lo que estás pasando, debe de ser él. Berachiel debe saber dónde está, si lo buscas puede decirte dónde está Raziel. No suele quedarse mucho tiempo en un mismo lugar incluso si no sale del paraíso. Berachiel debe estar en la biblioteca de la sala oeste.

  El arcángel abrió su boca en una pequeña 'o', sintiéndose estúpido por no haber pensado en eso antes. Se despidió del par, volando para buscar al "arcángel de la risa", también conocido como Berachiel, también conocido como HoSeok. El ángel que era como un rayo de luz y esperanza.

  Berachiel y él eran muy buenos amigos, solían pasar tiempo juntos. Y era que pasar tiempo con HoSeok era reír a ratos ante sus ocurrencias. Además de que él sabía casi siempre dónde se encontraba cada arcángel, como si tuviera un detector para cada uno instalado en su cabeza.

  Llegó hasta el lugar, caminando por todas partes para encontrar a HoSeok. Frunciendo el ceño al no ver rastros por ningún lado.

   —¡Buu! —gritaron a sus espaldas seguidas de muchas risas. JiMin dió un salto, sorprendido por el grito repentino— Te he asustado —afirmó el ángel contrario

Divina Peccatum──⋙YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora