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  Luego de aquel suceso le siguieron otros más, eran pocas las veces las que se atrevían a tocarse. Quedando conformados por solo tomar sus manos y estar cerca del otro. Absortos en el cariño que sentían.

   —YoonGi... —dijo el arcángel tímido en una ocasión, sus dedos índices unidos— ¿recuerdas la vez que me llevaste al mundo humano?

  El demonio mordió su labio inferior. Esa había sido la última vez que había visto a JiMin antes de escapar, el momento agrio que tanto daño les había causado a ambos.

  Y ahora el arcángel lo mencionaba con una sonrisa tímida, viéndose avergonzado por lo que quería pedir. YoonGi le sonrió, curioso de saber qué tenía en mente el dulce arcángel.

   —Claro, no podría olvidarlo. Ese fue el día en que me dí cuenta de todo y corrí como un bastardo asustado —JiMin asintió con sus labios abultados, sus mejillas ardiendo de vergüenza—. ¿Por qué?

  El arcángel movía sus alas nervioso, aleteando de vez en cuando de forma inconsciente. Tomando aire para seguir hablando— Los humanos tienen actividades que suelen hacer las parejas —comenzó con la mirada baja—, nosotros somos algo ¿parecido? A eso, le llaman citas y pensé...que tal vez si quieres, no lo sé, uhm...

  El demonio se detuvo para observarlo divertido. Sintiendo ternura al ver el rostro lleno de vergüenza del arcángel. —Sí quiero, JiMin.

  El arcángel no pudo evitar dar saltos de emoción ante la respuestas del contrario. Corriendo junto al brazo del pelinegro para llevarlo consigo a los lugares que había estado visitando.

  Muchos años habían pasado desde la última vez que fueron juntos a lugares llenos de humanos. Los pueblos se habían extendido a ciudades, las ciudades mismas a grandes países que seguían extendiendo sus terrenos cada vez más.

  Eran los años más alocados de la humanidad en mucho tiempo. Época de caos y revueltas en todo el mundo, que para nada evitaba la diversión que tanto quería gozar.

  JiMin se había asegurado que todo saliera perfecto ese día.

  Y para cuando llegó la noche, habían acabado en un viejo hotel bastante apartado y pequeño. Acogedor y cálido para pasar una noche para cualquier pareja.

  Tal vez estaba mal utilizar sus dones para su propio beneficio, pero nadie tenía que enterarse después de todo.

  Apenas tuvieron un momento a solas el arcángel dejó mostrar sus alas, lanzándose a la cama para acurrucar su rostro contra la almohada.

   —Oh~, los humanos hacen las camas cada vez más suaves. Es casi como una nube.

  El demonio soltó una risa, mirando de pie el cuerpo del ángel rubio ocupar todo el espacio de la cama para él mismo. JiMin era como un niño, dando saltos de un lado a otro y luego terminando agotado listo para descansar.

   —Me gustaría poder decir que sé a lo que te refieres, pero no todos vivimos entre nubes.

  JiMin rió, haciéndose a un lado para indicarle al demonio que se acostara a su lado. YoonGi apartó la mirada pensativo, dudando si hacer caso o no.

   —¿No vas a venir? —preguntó con un puchero, su expresión inocente carente de segundas intenciones.

  Estuvo por negar, hasta que la mirada de cachorro que le dió el arcángel lo derrotó. No podía negarse ante esa mirada, y JiMin había aprendido a manipularlo en todos esos años.

  Subió a la cama para luego recostarse, el pequeño espacio tan reducido que podía sentir el calor del cuerpo del arcángel. Ambos rostros quedando cerca del otro.

Divina Peccatum──⋙YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora