VI

73 3 0
                                    

JiMin había vuelto al mismo lugar donde siempre se encontraba con YoonGi, una sonrisa adornando su rostro y la alegría instalada en su pecho.

  Lo que quería hacer era una locura, pero era capaz de enfrentar lo que fuera necesario por seguir cerca del demonio. Iba a arrojarse al vacío con una única esperanza, incluso si no sabía si tenía oportunidad. Quería seguir allí, seguir con YoonGi.

  Pero YoonGi no volvió en esa oportunidad.

  Ni siquiera las siguientes, o otra, destrozando la felicidad del arcángel.

  YoonGi, de la manera tan sorpresiva como llegó a su vida, desapareció. Llevándose una parte de él consigo. El arcángel había pasado días enteros buscando una señal en todo el mundo, estaba tan preocupado que llegó incluso a pensar que algo había pasado. Que los habían descubierto y se encontraba castigado.

  Pero no había información alguna de ello, el mundo seguía girando y los ángeles hacían su trabajo. El sol seguía saliendo igual que la luna, la vida continuaba. El dolor en su pecho incrementó tanto que quería arrancar a como diera lugar sus emociones.

  ¿A dónde había ido?

  El arcángel no descansaba al pensar si había hecho algo mal. Si fue obvio con sus sentimientos o dijo algún  comentario que pudiera arruinar todo. El tiempo desperdiciado en llorar aunque no arreglara nada, la impotencia en su ser y la ira consigo mismo.

  Incontables veces se había acercado al infierno, tantas misiones ligadas a la pequeña esperanza de volver a verlo. Tantas dudas sin respuestas y años de espera.

  Sus hermanos se preocupaban por él, la repentina actitud aislada h negativa del arcángel les asombraba. Incluso SeokJin lo miraba desde la distancia, sus ojos cargados de lástima y pena. JiMin no quería hablar con nadie, quería cerrar los ojos y que al abrirlos no recordara nada. Quería olvidar a YoonGi y sacar el sentimiento de soledad de su pecho, borrarlo de su mente, de su pecho.

  YoonGi era el pecado más dulce que pudo llegar a conocer, y le quitó todo cuando lo tenía en sus brazos.

Por otro lado, en los más profundos confines del infierno, el demonio causante de los llantos y penas del arcángel se resguardaba en la torre de Bonoham, el duque que gobernaba las regiones más ardientes del infierno.

  Había tomado la decisión de no volver, desaparecer por completo de la vida del arcángel y proponerse a olvidarlo. Eliminar el sentimiento en su pecho.

  No tenía consciencia de cuánto tiempo había pasado, no salía de ese lugar a menos que fuera necesario. No conversaba durante mucho tiempo, no demostraba nada.

  YoonGi se había vuelto un cascarón vacío, una envoltura que cubría a un ser carente de emoción. El demonio había enloquecido de ira, luchando con su propio deseo de correr y buscar al arcángel.

   —Esto es suficiente, YoonGi. Ha pasado demasiado tiempo —demandó Yuto, el otro nombre del demonio Bonoham.

  Había soportado todos esos años para saldar una deuda que tenía con el demonio que en esos momentos estaba sentado en una de las sillas, su mirada perdida y labios resecos del tiempo sin hablar.

  Yuto se asustaba de vez en cuando por el comportamiento extraño y apático en extremo del demonio que había llegado un día pidiendo, o más bien exigiendo alojamiento. Yuto sabía que tenía una deuda con él, por lo que aceptó sin preguntar.

  Pero con el paso de los años empezaba a exigir respuesta, algún indicio que le explicara qué había pasado.

  YoonGi lo miró indiferente, como acostumbraba a mirar todos esos años.

Divina Peccatum──⋙YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora