Como los tiroteos de fuera de casa

47 7 0
                                    

Hoy es 25 de diciembre de 1869, dentro de unos días pasaríamos a 1870, yo estaba muy feliz por eso porque en estas fechas nieva mucho y a mi me encanta la nieve, en cambio, mis padres no estaban tan felices, llevaban tiempo hablando de algo llamado "modernización", yo no sabía que era eso, pero a mis padres les preocupaba bastante. Desde que nací, hará unos 9 años, siempre hemos vivido alejados de los pueblos y siempre íbamos a escondidas, mi madre dice que es porque hay gente que no lo que cae bien mi padre entonces quieren venir a por él. Mi madre a esa gente siempre los llamaba los tipos malos y yo siempre mientras jugaba con mi pistola de juguete disparaba a mis muñecos diciendo: Muere tipo malo, muere. También, últimamente mi padre no estaba tanto en casa y fuera de casa estos últimos días se escuchaban disparos, pero mi padre siempre después de esos disparos llegaba a casa con un pañuelo en la boca lleno de algo rojo. Mi madre nunca me decía si esos disparos eran de papa, pero yo siempre intuía que eran suyos. Lo bueno, es que mi padre siempre traía comida y mientras comemos me decía que disfrutara de la comida, ya que hay gente que no tiene ni para comer y, siempre que decía eso, comía con mas ganas.

Después de cenar, mi madre me llevo a la cama, me tapó y me dijo: Mañana iremos a un pueblo de aquí al lado, pero quiero que me hagas un favor, cuando yo te diga, te tienes que esconder en algún sitio donde nadie te vea y no salir de ese escondite hasta que escuches la voz de mama. Después de escuchar eso, dije que si con la cabeza y cerré los ojos para irme a dormir.  

Al día siguiente 

Esa mañana me despertó el escándalo que había en el salón, salí y vi a mi madre y a mi padre cogiendo unas pistolas del cajón de las galletas, mi madre al verme digo: Ay Clay, no sabía que estabas despierto. Rápidamente guardo las pistolas en la pistolera que llevaba en la cintura, me cogió del brazo, me llevó a mi habitación y me vistió. Después de vestirme, salimos de la habitación y mi padre se puso de cuclillas para estar a mi altura, me miró a los ojos y se sacó una estrella metálica del bolsillo, le limpio el polvo el polvo y me dijo: Te la iba a dar cuando fueras mas mayor, pero toma, ya eres un vaquero. Me puso la estrella en el pecho de la camisa y salimos de casa. Cuando salimos, mi padre roció toda la casa de gasolina y la encendió con un cigarro. Nos subimos a los caballos y nos dirigimos hacía aquel pueblo, mas o menos tenía una idea de que iban a hacer mis padres, aunque no quería que lo hicieran, no podía evitarlo. 

Yendo hacía el pueblo habían muchos carteles con la cara de mi padre, carteles de busca y captura, no lo veía muy bien pero debajo de la foto de mi padre habían muchos números, eso significa que la recompensa sería muy grande.

Llegó un momento del viaje que empecé a ver el pueblo a lo lejos, solo nos separaba un desierto lleno de arboles muertos y cactus, pero algo era algo. Desde que nací, nunca había estado en uno, así que tenía bastante ilusión. Cada centímetros que avanzábamos tenía mas ilusión por ver como era un pueblo, por ver caras nuevas o ver algo mas que casas, papa aveces hablaba de unos bares, unas tiendas de comida y siempre he querido ver eso. 

Cuando ya estábamos al llegar, mi padre se puso ese pañuelo que le tapaba media cara y nos paramos en una granja, mi madre me bajó del caballo, me dejó escondido en unas hierbas altas que si me sentaba me tapaban entero y me dijo: Quédate aquí Clay, vendremos enseguida. Me senté en la hierba alta y mis padres se montaron en el caballo, mi madre también se puso uno de esos pañuelos en la boca y cabalgaron juntos hacía el pueblo. No pasaron ni 5 minutos para escuchar disparos y tiroteos que venían del pueblo, todos los sonidos que podía escuchar fueron disparos y gritos, de niños, mujeres, hombres, en general, familias, en esa situación me sentí como los tiroteos que escuchaba fuera de casa pero esta vez con mas muertos. Fueron horas y horas de disparos, aveces paraban y a unos minutos después volvían a empezar, hasta se hizo de noche. Tenía mucho sueño y ya estaba apunto de dormir pero de repente un hombre mayor me vio y me preguntó que que hacía aquí solo, yo no le dije quienes eran mis padres y le dije que me escondía de los disparos, el viejo me ofreció meterme dentro de la granja y le dije que si. Me metí en la granja y el viejo me ofreció un chocolate caliente al cual le dije que si, hacía rato que no escuchaba disparos. Mientras el viejo hacía el chocolate empezó a decir cosas sobre mi padre, Will el veloz, empezó a decir que era uno de los mejores pistoleros de la época, que no tenía sentimientos, que era un insensible. Las palabras de ese viejo estaban haciendo una imagen de mi padre que no me gustaba, pero el viejo mientras hablaba se escuchó un disparo de dentro de la granja, una bala le atravesó la cabeza al viejo y toda la sangre cayó en la taza de chocolate, me giré y era mi padre, pero solo mi padre. En la pistolera llevaba la pistola de mama, eso me daba una idea de que había pasado, no pregunté, solo empezaron a caerme lágrimas de los ojos y mi padre vino a abrazarme. Después del abrazo dijo: Tenemos que irnos Clay. Empezó a correr fuera del granero. Nos subimos al caballo y nos dirigimos dirección sur, según mi padre. Mientras corríamos con el caballo, se escucho un crujido enorme, como la de una patata frita, pero mucho más fuerte. Ese crujido venía del cielo, puse mi vista hacía el cielo y vi en la luna una enorme grieta, no sabía que estaba pasando, le dije a mi padre que mirara al cielo y se quedó sorprendido, hasta paro el caballo y se bajó para ver mejor eso, hasta los caballos que nos seguían por detrás se pararon, todos nos pusimos a ver la luna, una grieta enorme la estaba partiendo por la mitad, poco a poco la luna se iba partiendo en dos y junto a ella, todas las estrellas se fueron cayendo hacía nosotros. La luna cayó mas rápido de lo que pensaba, cayó bastante lejos de nosotros, pero todas las estrellas empezaron a caernos encima como si fuera una lluvia de agua. Nos montamos rápido al caballo y mientras un montón de piedras enormes caían sobre nosotros, íbamos esquivando las que podíamos. Cuando ya creíamos que habían caído todas, una cayó delante nuestra y hizo que nos cayéramos del caballo.  


Continuará...      

Gatillo FácilHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin