Gatillo Fácil

Un misero precio por mi cabeza

Lagrimas era lo único que podía soltar de mí, ni palabras ni movimientos, solo lágrimas y llantos. Todos los momentos con Eric me vinieron a la cabeza, su sonrisa, su cara, las veces que llamaba a mi puerta...

Todo el pueblo acudió al bar para ver que sucedía y al llegar podían ver un hombre en mitad de escombros. Mientras tenía en brazos la estatua de Eric un grupo de cuervos vino y intentó llevarse la pesada estatua, el dolor de la pérdida me impedía hacer algo. Los cuervos cogieron la estatua, la elevaron y la dejaron caer haciendo que se rompiera. Vi que cuando la estatua se rompió soltó un tipo de moco de color verde que se dirigía hacia mí, lo primero que hice fue tocar ese moco con el dedo y extrañamente se metió dentro de mi cuerpo a través de mi dedo, poco a poco mis venas del brazo derecho iban haciéndose de color negro y tras unos segundos todo volvió a la normalidad. No noté ningún tipo de dolor, ¿esto era un tipo de recompensa? 

No sabía que estaba pasando, pero mi cuerpo ya estaba hecho un desastre, tenía un ojo de color verde y otro rojo, una cicatriz en mi ojo izquierdo, cientas de heridas por mi cuerpo y ahora un tipo de moco se había metido dentro de mí. 

La gente del pueblo solo hacía que gritarme por el desastre, empezaron a gritar: ¡Monstruo!¿quien nos arreglara esto ahora?, en ese momento me pregunte a mi mismo, ¿de verdad soy un monstruo? No me quise responder, así que me levante, monté en mi caballo y con la cabeza baja me dirigí hacía mi vieja casa. Mientras iba hacia casa un poco de esperanza en mi pensaría que Annah vendría pero al darme la vuelta mirando hacia la ciudad solo vi que empezaron a colgar carteles que daban un misero precio por mi cabeza.

6 meses después de la muerte de Eric  

La depresión hizo que me enganchara al tabaco de mascar. Cada día vienen críos a mi casa a lanzar piedras a mi casa y de vez en cuando vienen caza recompensas a por mi cabeza. Cada día que pasaba el precio que daban por capturarme iba creciendo, de algún modo u otro, me sentía valioso.

Lo que mas me dolió de estos meses es que Annah no vino ningún día a verme, en una parte pensaba que era porque tenía miedo pero por otra parte pensaba que yo a ella no le importaba nada, no tenía claro cual de las 2 partes creer. 

De repente, escuché a un hombre acercándose a caballo a la casa, a primeras pensé que era otro caza recompensas, pero empezó a gritar: ¡Ghost! ¡Ghost! ¡Necesito tu ayuda! Al escuchar eso me vestí lo mas decente posible y salí fuera. El hombre desconocido me dijo que hace unos días una banda de forajidos atacó el pueblo y se llevó rehenes. Nada mas escuchar eso cogí mis cosas y fui lo más rápido posible hacia el pueblo. 

Cuando llegué empecé a gritar: ¡Annah! ¡Annah! ¡Eduard! ¡Eduard! ¡Donde estáis! 

Nadie contestó, ya me olía que les había pasado. Empecé a preguntar si sabían donde se habían dirigido los forajidos y alguna gente del pueblo me mando hacia el sur. 

Me puse dirección al sur en línea recta y esperar a encontrar alguna pista, tras estar cabalgando un rato encontré al dueño del hotel tumbado en el suelo atado de brazos y piernas gritando ayuda. Me bajé del caballo lo desate y le pregunté hacia que dirección se dirigieron. Me dijo que escuchó que si iban a un pueblo cerca de aquí, algo que buscaban venganza. 

Después de eso me dio las gracias y  se fue andando hacia el pueblo, yo seguí rumbo hacia e pueblo mas cercano. Cuanto mas me acercaba más familiar se me hacía el pueblo hasta que recordé que era aquel pueblo que querían matarme. ¿Sera que siguen buscando una forma de vengarse de lo que hice? Me daba igual el motivo, solo quería salvar a Annah y Eduard. 

Era fácil identificar el pueblo ya que aun salía humo de la cantidad de fuego que seguía encendido.

Nada más llegar al pueblo, en la plaza del centro, habían un montón de rehenes arrodillados en el suelo mientras les apuntaban con escopetas y entre ellos estaba Annah. 

Me fui acercando poco a poco y grité: ¡Cobardes!, dejad a los rehenes, se que me queréis a mi, y ahora tenéis doble recompensa, el dinero y el gustazo de haberme matado. 

Continuará...