Capítulo 5.

98 5 2
                                    

Desperté totalmente desorientada, cegada por la fuerte luz que entraba por la ventana, mi cuerpo adolorido, era como si me hubieran arrasado como doscientos coches, sin ningún tipo de cuidado, además me duele mucho la cabeza, poco a poco voy abriendo más los ojos, y veo que estoy en una habitación totalmente blanca, estoy conectada a múltiples tubos, focalizo más mi mirada y veo a Miki sentado en una silla, con los ojos cerrados, lo intento llamar, pero un tubo en mi boca me lo impide.

El al escuchar tanto movimiento abre los ojos, sorprendiéndose al verme mirándolo mientras que intento librarme de ese molesto tubo que no me permite hablar, él se acerca rápido a mí, y me abraza, mientras sale corriendo de la habitación al llamar a una enfermera.

Poco a poco voy centrándome y me acuerdo de porque estoy aquí, tuvimos un accidente volviendo a casa porque un coche se cruzó en nuestro camino, me empiezo alterar, ¿Cómo estarán los demás? ¿Estarán vivos?

No me da tiempo a pensar más cuando entran unas enfermeras a la habitación se acercan a mí, y me ayudan a quitarme el tubo, una vez libre, intento hablar, pero a las palabras les cuestan salir de mi boca.

- No te preocupes bebe un poco de agua; me dice una de ellas acercándome un vaso amablemente.

Cojo el vaso y empiezo a beber mientras, mi cabeza vuelve a formular las mismas preguntas una y otra vez en mi cabeza, me empiezo a alterar y mi respiración cada vez se hace más y más difícil, haciendo que casi no pueda ni respirar, mientras observo como la cara de alegría de Miki pasa a una de miedo, al igual que las de las enfermeras.

- LE ESTA DANDO UN ATAQUE DE PÁNICO; M

Las enfermeras que al escuchar el grito de mi amigo parecieron reaccionar empezaron a decirme que me relajara y que respirara tranquilamente, lográndolo a los pocos minutos. Aunque seguía intranquila siendo sacudida por la duda, que, como el veneno más letal, me estaba matando muy rápido.

- ¿Cómo está mi familia? ¿Sofía? ¿Están bien? ¿Puedo verlos? ¿Por qué no están aquí?

Había logrado poder hablar correctamente, hacía unos minutos que se habían ido las enfermeras después de hacerme las pruebas pertinentes y comprobar que estaba bien, mi cuerpo seguía bastante dolorido, por lo cual me dieron calmantes para el dolor, el problema era que esos calmantes solo ayudaban a mi cuerpo, no a mi atormentada cabeza y menos a mi corazón.

Nada más hacer esas preguntas, vi la cara de Miki, perdió todo color, volviéndose una caricatura de el mismo, y pareciéndome como a cada palabra que yo pronunciaba se volvía más y más pequeño, como si deseara llegar a ese tamaño que no pudiera ser visto, y así huir de mis preguntas.

- Contéstame de una jodida vez.

Y yo la verdad que poco amigable, debido al estado que me encontraba no reaccioné muy bien a su mutismo, porque me olía lo que escondía ese silencio, ese silencio que era tan abrumador y pesado, tan mezquino, tan odiado. Tanto como la muerte, que era lo que callaban sus palabras y gritaban sus ojos.

Porque yo lo conocía, y me odiaba por ello. Porque yo ya sabía la respuesta antes de si quiera hacer la pregunta. Rápido me di cuenta de que no quería saberlo, no quería escuchar como mi corazón se partía en pedazos, siéndome luego imposible arreglarlo, sintiéndome como a un puzle que le faltan piezas y es imposible terminarlo.

Y mientras yo divagaba inmersa en mis pensamientos note unos brazos me abrazaban con la ternura que se abraza a un recién nacido, de la manera que se trata el más frágil cristal, porque sus brazos que trataban de ser reconfortantes, solo eran cuchillas que se clavaban poco a poco en mi piel, porque marcaba el inicio de una pesadilla que ya había comenzado, de un infierno, de mi mayor tortura, porque no había nada más horrible, que no tenerlos en mi vida.

Tu y yo una historia inacabadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora