Capítulo veintiocho.

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Miré como terminaba de hablar y colgaba el teléfono. Me miró fijo.

— ¿Por qué me sacaste el teléfono? —le pregunté.

—Porque creo que ya te estabas pasando —me dijo Susan.

—Tenía que decirle lo que pensaba —me defendí —Ahora dame un poco más de vodka.

—No —sentenció.

— ¿Por qué?

—Porque ya viene por ti, y ya no te voy a dar de tomar...

—Bueno, como quieras. Déjame pagarte lo que consumí, ¿Cuánto es? —pregunté mientras medio confuso sacaba mi billetera.

—Tampoco —me dijo.

— ¿Tampoco? ¿Por qué nadie hace lo que yo quiero?

—No voy a cobrarte, porque sé que estas mal y has venido aquí con el fin de olvidar. Pero no has podido, así que... esto va por mi cuenta.

—Eres lo más cercano a una hermana mayor que he tenido en toda mi vida —dije melancólico.

—No te pongas sentimental conmigo, por favor —dijo divertida.

Asentí con la cabeza y escuchamos como la puerta del bar se abría. Me giré a ver y ella me miró fijo. Rápidamente se acercó a mí.

— ¡No puedo creer que hayas llegado a estar así! – me retó nerviosa.

—Hola cariño —le dije divertido. Revoleó los ojos y miró a su Susan.

—Muchas gracias Susan —le dijo.

—No es nada linda, llévatelo y... cuídalo. Está un poco sensible —le dijo ella.

Sentí como una de sus manos rodeaba mi brazo, entonces la miré fijo. Me hizo poner de pie y cuando lo hice, sentí que iba a caerme de cara al suelo. Ella colocó mi brazo alrededor de su cuello y me sujetó por la cintura.

—______, ¿quieres que le diga a alguno de los muchachos que lo lleve hasta afuera? —le preguntó Susan.

—No Susan, así estamos bien. Muchas gracias —le dijo ella y comenzó a caminar —Por favor, has el esfuerzo de caminar y no quebrarme el cuerpo.

—Lo estoy haciendo —le dije. Salimos afuera del bar y el frío viento de la noche erizó mi piel. ¿En qué momento se había hecho de noche? Divisé a Betty, y dirigí mis pasos para allí, pero ________ me empujaba hacia un auto. Su auto.

—No —dije y me solté de ella. Me tambaleé un poco, pero me pude mantener de pie —Yo tengo que irme en Betty.

—Estás completamente loco si piensas que te voy a dejar subirte a esa cosa en este estado.

—Betty no es una cosa.

—Lo que sea. Ahora mueve tu trasero al auto.

— ¿Qué pasará con Betty? —dije mirando a mi moto.

—Susan la cuidara y mañana, mandaremos a Jimin y a Yoongi por ella ¿si? – me dijo. La miré fijo a los ojos por unos cuantos segundos.

—Te odio por ser así de hermosa ______ —le dije.

—Luego discutimos tu odio, ¿vamos? —preguntó.

Asentí con la cabeza y caminé con cuidado hasta el lujoso auto. Ella me abrió la puerta y me senté pesadamente en el asiento de atrás, la cerró y entonces me acosté. Mi cabeza giraba, así que tenía que estar acostado. Ella se subió y comenzó a andar. Abrí un ojo y miré hacia su asiento. No podía ver su silueta, pues el asiento es más grande que ella, y ninguna parte de su cuerpo sobresale por algún costado.
Entonces me forcé a sentarme. Ella me miró a través del espejo retrovisor.

© Dulce Obsesión -𝙅𝙐𝙉𝙂𝙆𝙊𝙊𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora