Capítulo cincuenta y dos.

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Sus ojos volvieron a adquirir ese brillo de hace unos instantes, sus mejillas se enrojecieron levemente y eso terminó con lo que quedaba de mí.

- ¿Usas ese calificativo con otras... personas? - me preguntó con recelo. Sonreí.

- ¿Celosa? - le pregunté arqueando una ceja.

- Estás matando el momento, Jungkook - dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.

- Y tú solo me estás tentando cada vez más - dije divertido.

- Solo quiero saber si alguien más fue llamada así...

- No - le dije mirándola fijamente - Nadie más, amor.

Ella levantó su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo levemente hacia atrás. Me incliné hacia ella y la besé dulcemente acariciando sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba sentirla, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su blusa.

- No, no y no, Jeon - dijo agitada soltando mis labios - Dije que no...

- Maldita, eso eres una pequeña y peligrosa ninfa que ha venido hasta mi habitación y me ha despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que debo.

- Por Dios, Jungkook, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos... no puedes estar desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.

- Y tú te comportas como una monja - la besé cortamente.

- Pero te encanta esta monja - dijo coqueta.

- Está bien, tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.
Me miró de manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.

- Ahora, ¿me puedes dejar salir? Quiero comer algo - me dijo.

- Delante de ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa? - le pregunté.
Ella rió por lo bajo.

- No se puede vivir de hacer el amor, Jungkook - dijo mientras sin intención alguna clavaba su mirada en mi boca.

- Mmmm, esa mirada... quieres besarme ¿cierto? - le dije y me agaché para morder sus labios.

- Tienes razón... ganas en todo. Sí quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Pero ahora tengo hambre... de comida.

- Bueno, vamos a comer - dije rendido mientras me alejaba de ella y me ponía de pie. Tomé su mano y la levanté de la cama - Pero luego quiero el postre.

Le gruñí y la tomé de la cintura para un arrebato beso y luego la solté. Ella rió divertida.

- Traje helado - dijo con una inocente sonrisa.

- Y te atreves a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.

- Decidí ignorar tu doble sentido - me aclaró.

- Pero si lo divertido de eso es que te escandalices - dije mientras ambos salíamos de la habitación.

- Oh, bebé, ya no me escandalizan tus dobles sentidos - me dijo divertida.

Arqueé una ceja y antes de que se alejara demasiado, la detuve y la acerqué a mí. Su espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más densa.

- ¿Por qué estas tan distante? - le pregunté al oído.

- Yo no estoy distante - aseguró.

- Sí, sí lo estás - susurré y bajé mis manos a su vientre, abrazándola un poco más.

© Dulce Obsesión -𝙅𝙐𝙉𝙂𝙆𝙊𝙊𝙆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora