Capítulo 6

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Risa Braght

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Risa Braght


Mis zapatillas rechinaron al arrastrarlas sobre la superficie del piso acabado de limpiar. Mi mochila estaba cargada de cuadernos y por si no fuera poco mi cabello se enredaba y pegaba en mi cara haciendo que mi visión se viera interferida.

Lo peor de todo era que cargaba en mis manos más de quince libros extremadamente gruesos y pesados.

Quizás se pregunten qué hace una debilucha como yo cargando semejantes libros que me doblaban el peso, la respuesta: estuve en el lugar incorrecto a la hora incorrecta en el momento menos oportuno.

Empecé a sentir pánico de resbalar y caerme mientras los libros me aplastaban bajo su peso.

Y también quería evitar una ridícula caída y las risas que podían proferir los estudiantes recién llegados.

«Resiste, Risa, resiste. No te caigas. »

Si algo me pasaba al menos tendría el privilegio de caer y morir por los objetos que más sentido le daban a mi vida.

Quizás exageraba, pero era culpa de Rouse que era una dramática empedernida que me contagiaba.

Acabar influenciada por tu prima pequeña no era para nada típico.

—¿Te ayudo?

Esa voz...

¿Cómo es que aparecía en el momento indicado?

—Muy amable de tu parte—solté cansada.

Él tomó como si nada los libros, liberándome de mi agonía. Pude ver como su rostro sonreía con autosuficiencia, su cabello claro estaba algo revuelto y algunos mechones apuntaban hacia varios lados con aire despreocupado.

—¿Mala mañana?—quiso saber.

—Algo así—respondí, respirando con normalidad y equilibrando mis piernas del tambaleo que me dominaba hace unos segundos atrás—. ¿Qué hacías por aquí?

—Vine a buscarte, ¿hice bien?

—Bastante.

Caminé un poco adelante para dirigir a Liam a mi salón de clases, él me siguió sin contratiempo alguno, desviando la mirada de una pareja que se daba mimos extremadamente pegados en una esquina de los pasillos.

—¿Cómo fue que terminaste con todo esto, Risa?

—Es que vine temprano y una profesora me vio como objetivo para llevarlos a nuestra aula.

—Muy mala suerte, en serio—asintió—. Al menos te encontré y te salvé. Puntos para mí.

Bufé.

—Qué puntos ni qué nada, los hubieras ganado si hubieras llegado antes.

—Cierto, pero es culpa tuya—se encogió de hombros.

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