Capítulo 8

90 20 5
                                    

Risa Braght

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Risa Braght

Cuando Liam y yo volvimos a nuestra mesa, Rouse se nos quedó viendo con sospecha, frunciendo los labios manchados de salsa.

—¿Qué cosa estuvieron haciendo en el baño?—preguntó limpiándose.

Liam apretó sus labios reprimiendo una sonrisa.

—Necesidades básicas—respondió con tranquilidad—, no pasó nada no apto para menores. Te lo aseguro.

—Vale, ¿pero por qué están medio rojos y Risa está sonriendo? Eso es raro en ella.

—Hace calor, duende, ¿no lo percibes?

—Nel.

—Pues Risa y yo sí, por eso estamos así.

—Sigo sin tragarme ese cuento, pero el que hayas hecho sonreír a mi prima para que no parezca siempre una amargada habla muy bien de ti.

—Vaya, gracias. ¿Se te antoja un helado?

Ah, bien pensado de su parte si quería lograr que Rouse desviara su atención de nosotros.

Mi prima asintió y Liam la complació con dos helados, uno de chocolate y otro de vainilla, los cuales empezó a lamer ensuciándose nuevamente la cara.

Me volví hacia Liam, esperando encontrarme con su mirada, pero estaba tan concentrado en examinar la cajita aplastada que le había visto antes  que no se percató de mí hasta después.

—¿Puedes acompañarme a esa tienda? —quise saber, señalando con mi dedo el lugar donde entraban y salían muchísimas personas.

Liam no lo dudo y fue detrás de mí, con Rouse limpiando otra vez su cara y observando todo con ojos de niña pequeña.

—¿Qué le gusta a Layen?—indagó mi prima en su tarea por ayudarme.

El chico de ojos claros pareció pensarlo por un momento.

—Los libros, sin duda. Pero ya tiene muchos de ellos. También le gusta el ballet, la música clásica, el color azul y los chicos con abdominales muy marcados.

Enarqué una ceja.

—Bueno, de esos no creo encontrar aquí.

—O al menos no uno nuevo—intervino Rouse—, ¿uno usadito no le sirve? Tengo un amigo de 15 años que tiene el cuerpo tan desarrollado que parece que consumió asteroides.

—Esteroides—la corregí.

—Eso, y también...—

—¿Y tú qué haces viendo tan atentamente a un chico así, duende?—la interrumpió Liam.

—La tentación, Liam, la tentación—dijo ella en tono dramático, pasando por nuestro lado para ir hacia otra zona de la tienda.

—¿Para donde vas, tarada?—la agarré del brazo y la escuche reír.

Estrella RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora