Capítulo 10

73 19 5
                                    

Risa Braght

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Risa Braght


Mi celular vibró tantas veces en mi bolsillo que tuve que sacarlo para ver quién insistía con tanto ahínco.

Vi la pantalla y tragué saliva con dificultad.

Era él.

Mis dedos temblaron ligeramente y estuve a punto de soltar el celular si Liam no hubiera agachado su cabeza para mirarme con más atención, sus ojos deslizándose por cada centímetro de mi rostro, preocupado y receloso.

—¿Quién te llamó?—preguntó al ver que mi sonrisa desaparecía.

—No es nadie.

—¿Entonces por qué te pusiste pálida?

Ah, si él supiera...

—Es un número equivocado—mentí—, por eso me asusté.

Frunció el ceño, aun insatisfecho con mi respuesta.

—Si vuelve a llamarte pásamelo. Yo haré que deje de molestarte.

Asentí con lentitud y fuimos hacia el resto de gente que empezaba a despedirse. Tina y Layen agradecieron nuestra presencia e insistieron en que fuéramos a visitarlas. Yo fingí una sonrisa en todo momento, pasando desapercibida a los ojos de la mayoría, excepto de Liam, Rouse y, sorprendentemente, también de Dominik, quien me miró con curiosidad y preguntó si me sentía bien o si necesitaba algo.

Por supuesto que negué cualquier indicio de malestar.

Por fuera me mostraba tranquila, amistosa e incluso afectuosa a un nivel que no creía posible. Pero por dentro estaba gritando.

Mi miedo por él crecía a cada minuto que pasaba.

Por un momento creí que nada podía arruinar este agradable ambiente, pero vaya que estaba equivocada.

¿No que eras fuerte, Risa?

Lo era. Pero no lo suficiente como para no estremecerme al pensar en el tipo que me mandaba siniestros mensajes amenazando con revelar mis secretos y desentrañar mis traumas. El tipo que llamaba sólo cuando quería dañarme, romperme y recostruirme a su antojo.

Como una muñeca mecánica de frágiles piezas y engranajes oxidados.

Tu titiritero te está encontrando, Risa.

Mentira.

Ya lo había hecho. Por eso se regodeaba de su inteligencia.

Quería acordar conmigo un lugar en donde pudiéramos encontrarnos sin la presencia de intrusos. La cuestión era, ¿iría? ¿O simplemente lo ignoraría?

Reí, mordiendo mis labios y atrayendo la atención de Liam, que apretaba el volante con fuerza.

¿Qué harás, muñeca mecánica?

Estrella RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora