Capítulo 6

6.8K 520 106
                                    


Debo ser la persona más estúpida de todo el mundo, trato de no hablar ni recordar lo que vi en aquella sala, la foto de Britany con Joseph revuelve mi estómago, además de que por alguna razón tengo muchas nauseas quizá es por toda la presión que estoy viviendo. Daina como la buena amiga que es prefiere no hablar del tema, es como un trato, similar a cuando ella no quiere hablar de su novio cuando están enojados, aunque creo que desde la última vez esa relación ya había terminado. Tomo la última pastilla que tengo para el dolor, necesito conseguir más, así que me dirijo a la farmacia, algunos vecinos me saludan y unos niños juegan por las calles. Saber que han tenido fotografías mías todo el tiempo me pone un poco paranoica, así que miro a todos lados cada vez que puedo.

— Buenas tardes, ¿Tiene estas pastillas? – digo al encargado mostrando el bote.

— Si, permíteme un momento. ¿Cuentas con tu receta? – pregunta y niego, primero pone cara de consecuencia y luego me guiña el ojo.

Camino por la farmacia, hay muchas cosas, creo que nunca había venido aquí, cada vez que alguien entra se escucha el sonido de una campana, una pareja de jóvenes entra en búsqueda de condones y al ver su coqueteo me acuerdo de mi primera vez. Siempre resulta ridículo y sobre todo penoso recordar el momento inexperto, Alex era mi novio de preparatoria, era un año más grande que yo y fue quien me enseño todo lo que sé ahora, quizá gracias a él no tengo pena de mostrar mi cuerpo, de hacer lo que hago sin temor a ser juzgada, él me enseño lo que era la confianza.

— Señorita ¿Algo más? – pregunta el farmacéutico, niego y tomo el nuevo frasco de pastillas.

— Gracias.

— Por nada, ten un buen día. – contesta, continuo viéndolos y salgo de ahí.

No te pongas sentimental Amber, repito en mi mente una y otra vez. Camino hacia un parque muy cercano de nuestro domicilio. Me pongo a pensar en lo repulsivo que es compartir a Joseph, no necesariamente porque este celosa, porque en definitiva no es por eso, pero tenía todo el derecho de elegir si quería seguir con él a pesar de que él se acuesta con Britany, recordarlo e imaginar lo que pueden hacer me revuelve el estómago y termino vomitando cerca del jardín. Los niños me miran con asco y una señora se acerca a mí.

— ¿Estás bien? – pregunta y asiento, mientras sigo vomitando. – Ten – dice mientras me tiende un pañuelo y un chicle de menta – Te va a ayudar mucho.

— Es por la medicina. – respondo. Ella es una de las vecinas, asiente y acaricia mi cabello.

— ¿Ya te sientes mejor? – pregunta.

— Si el chicle dio una buena solución. – le dedico una ligera sonrisa y continuo con mi camino.

Voy de regreso a mi casa, Daina ya debe estar ahí, dijo que iba a comprar algunas cosas para comer y algunos de sus artículos de belleza, cuando dice eso sé que está en sus días, pero aún tiene pena de decirlo abiertamente.

Enciendo mi celular y tengo muchos mensajes, correos, audios, etc. La mayoría son de Joseph, trato de evitarlos así que los oculto y me pongo al corriente con algunas cosas, como la investigación que tengo con la profesora Romina. En uno de sus correos me dice que espera que esté bien, pero le urge que trabaje, eso me hace sonreír por alguna razón, aunque no me siento completamente bien, me comprometí a trabajar con ella y eso es lo que seguiré haciendo.

Busco algunos artículos y comienzo a escribir, hago unas estadísticas con las hojas de cálculo y continúo con mi redacción.

Por la tarde dejo un momento el trabajo y me centro en mí, en pensar todo lo que ha estado pasando, estoy recostada en mi cama y mi celular vibra, otra vez es Joseph, necesito no pensar en él ni mucho menos en Britany. ¡Que estúpida soy! Golpeo el colchón y cierro los ojos, no quiero saber nada de nadie, no al menos en lo que dure el fin de semana, una vez siendo lunes quizá sea inevitable verlo por los pasillos de la universidad. La profesora se pone en contacto nuevamente conmigo y me avisa que habrá algunas correcciones por cuestiones ajenas a ella y a mí, pero que el trabajo sigue siendo bueno. Mi celular una vez más vibra, pero no reconozco el número, puedo dejarlo sonar, aunque la insistencia y mi curiosidad pueden más, por fin contesto la llamada.

EL PLACER DE LA TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora