Capítulo 8

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Susan parece bastante decidida, permanecemos en silencio por un buen momento, mi primera opción es huir, salir corriendo por la calle pidiendo auxilio y la otra menos coherente es escucharla y saber lo que quiere.

— Tranquila, vuelve a respirar. – comenta, no me había dado cuenta que retenía mi respiración.

— ¿Qué es lo que quieres? – pregunto.

— Siéntate – ordena, continuamos mirándonos. Ambas parecemos como dos leonas encerradas en la misma jaula, pendiente de cada movimiento que hace una y la otra. Obedezco a su orden y me siento en la sala.

— Sabía que Joseph era un bastardo, solo necesitaba la prueba para alejarme de él sin que fuera mi culpa. – confiesa. – Antes de que te cuente de mi vida, quiero que hagamos un trato. – propone.

— ¿Cuál es el trato? – pregunto.

— En vista de tu interés, te contaré toda la historia. – comenta, busca convencerme de algo que no sé ni que es. – ¿Quieres un trago? – pregunta mientras camina a mi propio mini bar, asiento y sirve dos margaritas de limón. – Son mi especialidad. – comenta, miro la copa y por un momento dudo de todo lo que está haciendo. – Tranquila, puedes beber, como yo lo hago. – toma un sorbo y pego mis labios a la copa.

— ¿Por qué no bebes de esta copa? – pregunto, la toma y bebe un sorbo de ella.

— ¿Contenta? – pregunta y asiento. – Ahora la historia...Mmm veamos – mira al techo como si recordara el pasado. – Llevo muchos años casada con él, siendo honestas es buenísimo en la cama. – dice, me remuevo en mi asiento y tomo un sorbo de mi bebida. – Solo eso, ahora hace unos años doce para ser exactas contrajimos matrimonio, juro amarme y respetarme, pero evidentemente no lo hizo. – me mira como si me preguntara. – Primero consiguió un empleo, en el cual también tuvo algo que ver con una secretaria, bastante inútil por cierto, pero él era su jefe y ella quería crecer, así como tú siendo su alumna, es obvio que buscaras destacar entre las demás.

— Yo no soy así. – respondo.

— Sé que no, pero la gente piensa que sí. – responde. – Joseph puede creerse el dueño del mundo por sus increíbles cogidas, cada mujer que pase por sus manos, su cuerpo, su miembro va a conocer un verdadero orgasmo. – comenta, sus palabras me hacen recordar varios de los encuentros que he tenido con Joseph. – Es como un Dios del sexo, quiere darle sexo a todos, pero él tenía un compromiso conmigo, en una de esas increíbles cogidas no quiso usar protección y hola bebé número uno.

— Demasiada información.

— Bueno, evidentemente el mundo te está señalando a ti, como si tú fueras la responsable, cuando en realidad el responsable es él. Él debía de tener la cabeza fría y no pensar con el pene ¿Sabes a lo que me refiero? – pregunta con ironía.

— Creo que te estas equivocando. – contesto.

— Y si no te ha quedado claro, quiero que digas que eres la víctima, que él te ha utilizado, que no has dicho la verdad, porque él te ha amenazado.

— ¿Qué? – pregunto incrédula.

— Tienes mucho por perder... sobre todo si se enteran de la verdad.

— Yo...

— Me basto esta charla para saber que es cierto ¿Creías que era tan estúpida para creer que entre ustedes no pasó nada? – pregunta desafiante. – Así que el trato es el siguiente, yo he grabado a Joseph en sus momentos más furiosos, haremos una edición de audio, grabaré tu voz y obtendremos las pruebas suficientes para verlo caer.

EL PLACER DE LA TENTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora