Apartado 3: "intromisión en mi manto blanco"
Cellisca. El día después.Louis se removió en sus mantas con algo de incomodidad, su cabeza dolía, pero no era algo de lo que le gustaría estar preocupado ahora mismo. Afuera, la nieve había apaciguado y ahora caía una tenue cellisca* que amenazaba con provocar una pronta lluvia en los alrededores.
(*Cellisca: Es una forma de precipitación mixta consistente en aguanieve, esto es: gotas de agua, copos de nieve y nieve parcialmente derretida).
Harry aún dormía.
Apacible, acurrucado entre almohadas de la más fina seda casi podía pasar como un noble. Sus facciones eran firmes, casi cinceladas, angulares. Sus brazos largos podrían gobernar multitudes, pero estaban ahí para abrazarlo, sus manos grandes podrían derribar enemigos, pero estaban hechas para acariciar recónditos lugares de su cuerpo, para complacerlo y para acallarlo, para sujetar sus mejillas húmedas cuando adentro y afuera llovía y el príncipe bebía de la melancolía de la naturaleza para dejar ir la suya propia.
—Louis...
Aún recuerda cuando fue la primera vez que lo llamó por su nombre. La lluvia torrencial caía sobre todos y él estaba fuera sentado en el pasto, por completo empapado y mirando las praderas frondosas y húmedas. Tenía 18 y no tenía idea de cómo gobernar un reino, pero los dioses dispusieron que su padre enfermase gravemente, porque así se dictaba en su historia. De pequeño, en sus clases les enseñaban que cada uno de nosotros nace con una historia escrita y que aquella no cambiará, pase lo que pase, y aún cuando venían calamidades y tragedias debíamos abrazarlas bienaventuradas para que nuestra vida pudiese seguir plena su rumbo fijo.
Louis creía que era una mierda.
Los dioses no podían ser así de cabrones.
Harry había llegado a su lado tratando de cubrirlo con algo, lo que fuese, pero se detuvo cuando vio que el joven heredero no reaccionaba ante nada. Se agachó y acarició su cabello entre tus dedos, tratando de descifrar al muchacho en frente de él que conocía de hace toda la vida, pero a la vez era un completo extraño.
—Louis...
Él lo había mirado con grandes ojos azules, enmarcados con suave rosa por llorar demasiado y no se lo creyó al principio. Su nombre, tan simple, sonaba como el canto de las aves más hermosas en primavera, cuando el sol alumbra un par de horas para volver a llover, esas pequeñas horas se atesoraban y se guardaban en la garganta de Harry para poder crear su tono.
—Harry, tengo miedo.
La confesión sonaba amarga cuando la decía en voz alta y no sólo la pensaba, como si se escurriera de su boca sin su permiso y sonara como todas las nevadas del año juntas en un gran torbellino.
Harry no se movió. Se quedó ahí, empapandose, del agua y del miedo de Louis.
—No me imaginaba que el miedo existiese en usted. —había comenzado Harry.— Pero no por eso cambia en algo la perspectiva que tengo de... ti. Nunca había conocido a nadie que tuviera una fortaleza como la que tú posees, Louis, y a la vez una bondad que te permita ponerte en el lugar del más pobre cristiano que vive en el pueblo. Eres el más apto para cualquier cosa que te gustaría ejercer, y sobretodo para gobernar. Porque puede que tú tengas miedo, pero sé que ninguno de tus futuros súbditos lo tiene por el hecho de que tú vayas a ejercer el mando siendo tan joven.
Fue ahí donde se dio cuenta, por fin, de que estaba enamorado de ese Alfa. Tan galante y de buen corazón nunca le había demostrado algún signo de quererlo como algo más que un príncipe al que debía servir y ayudar en sus celos, solo porque el pobrecito no podía confiar en nadie. Ahí supo que su corazón estaba perdido.

ESTÁS LEYENDO
Ember of Villefranche ; l.s
FanfictionSu cabeza se estiró y se posicionó en el arco que formaba su cuello, mientras todo su cuerpo ardiente se movía en su contra, ocasionando que su miembro se levantase y rozara las preciosas y llenas nalgas del soberano, dejando salir de sus labios sua...