7.

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Apartado 7: "el fin de una era".







Parcialmente nublado. Principios del mes décimo segundo.


—Su Alteza, ¿está nervioso? Está temblando mucho.

—Claro que lo estoy, querida Lydia. Me casaré con el amor de mi vida.

—Pero necesito peinarlo, Su Alteza, sino no podrá casarse.

Había pasado alrededor de un mes para poder entrenar a Harry, no le gustaba esa palabra, pero sus ministros insistían. Claramente no les había gustado la idea, pero Louis podía ser muy persuasivo cuando se lo proponía, y quería serlo en este caso. Había asistido a una infinidad de clases, incluso estaba aprendiendo a controlar la espada con Liam, que secretamente le había agradecido que estuviera comprometido con el Rey. Louis ya sabía que esa idea no era para nada suya, ya había visto la manera en que miraba al nuevo siervo que había llegado hace poco al castillo: exótico, de piel pálida y muy atento. Niall quizá era su nombre. Esperaba que su discurso le diera el impulso necesario para poder desposarse.

Se miró al espejo con su traje blanco, su pequeño vientre no se notaba y eso le había pedido a los costureros. Sólo pocos sabían de su embarazo y debía ser así hasta que pasara la noche de bodas al menos. Había estado muy nervioso cuando se enteró por su médicos, pero cuando pasaban las semanas y todo parecía ir en orden respiraba más tranquilo.

Su padre estaría orgulloso.

"¿Qué es el lazo sino lo más puro que hay entre un Alfa y un Omega?"

Se ajustó su corona en su pelo y se levantó el peso de ella en realidad no era tan grande, aún cuando ocupaba una tiara más delgada para la vida cotidiana, se acostumbraba a usarla ahora que había estado en muchas convenciones y acontecimientos que conllevaban a usarla. Caminó con tranquilidad al lado de sus dos siervas betas.

"Quisiera... que el punto más alto de esta ciudad, que es la familia real, sea un ejemplo a seguir. Que la gente pueda ver que el amor y la familia son la base para una sociedad fuerte y un reino próspero."

Parpadeo cuando salió fuera, el jardín lleno de gente, nobles y siervos, mirándolo en su espléndido traje blanco, cocido con hilo de oro y su despampanante porte. Mostrándose confiado, seguro y feliz ante todo.

"¿Qué es un ser humano si no tiene amor?"

Casi no reconocía a Harry en el último tiempo con esos trajes tan hermosos que él mismo le había mandado a hacer. Su cabello indomable había sido cortado, con rizos exóticos desprendiéndose en resortes preciosos.

Este día, era indudablemente hermoso, su traje era verde como sus ojos, con detalles en dorado para que pudiesen combinar con los del joven Rey. Cuando él dijera "acepto" lo iban a coronar como Rey, con una corona más pequeña que la de él, pero que iba a enmarcar sus facciones rectas tan bien. Ya se lo imaginaba.

"Es por eso que yo he elegido el amor. Espero que cualquiera que esté aquí, no tenga miedo de tirar las barreras que le impidan entregarse al amor en todo su esplendor".

—Te ves muy hermoso hoy, Omega.

Louis no pudo evitar sonreír para luego mirar al sacerdote, mirándolos fijamente, serio. Tomo ambas manos de su Alfa y luego las apretó con suavidad. Ese hombre en frente de él, tan fuerte y guapo, por fin se había dado cuenta que estaban destinados.

—Es porque seré tuyo, Alfa. En cuerpo y alma.

—Siempre lo has sido.

Ember of Villefranche ; l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora