epílogo.

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En algún momento después de años. Pudiese estar soleado.

—No puedo creer que haya dicho eso.

Louis levantó una ceja hacia Kaia, la hermosa omega en frente de él y luego miró de nuevo a Maximiliane sentado a en el sofá del frente.

—Es un hombre idiota y eso no tiene que ver con su raza, hay muchos hombres idiotas. —dijo, tomando algo de su taza de té mientras veía que su hija cruzaba sus brazos.— Tienes 3 hermanos Alfa, y espero que no pienses mal de ellos como sé que piensas de Carter.

—Trato de no hacerlo.

Maximiliane se ríe juguetonamente, su semblante delicado y juguetón aflorando mientras mueve sus piernas colgantes den el sofá.

—No te burles, eh. —la voz de Louis sonaba más a diversión que a una amenaza real.

—Ni pienses que me casaré con él.

—Kaia, tienes 15 años, no te obligaré a casarte con alguien a quien no amas ni cuando no estés lista. Tu padre y yo nos quedan años en el trono, así que puedes relajarte por mientras.

Los verdes ojos de su hija se pegan a él y sólo hay un puchero en su boca.

—Mis profesores dicen que hay que estar preparado para todo...

—Espero que eso no suene a una amenaza de muerte sùbita para mi.

La puerta de la estancia se abrió con estruendo cuando tres niños traviesos entran, seguidos de cerca por el precioso Alfa que tiene como esposo, sonriendo brillantemente. Bella, William y Edward se tiraron en el sofá contiguo, demasiado agotados por su sesión de deportes. Habían elegido un juego traído desde las otras naciones que consistía en patear una pelota con los pies solamente y se divertían muchísimo, después de que Harold haya rechazado rotundamente enseñarles a sus hijos la caza a caballo como era tradición. Los encargados de ello le habían dicho a Louis que su consorte no quería acompañarlos en las sesiones de caza y que no ansiaba que sus hijos Alfas aprendieran y Louis simplemente los miro, diciéndoles: "¿Acaso lo obligarán?"

—¿Cómo te sientes, Omega?

Louis suspiró sonriente cuando tocó su barriga prominente.

—Patea mucho.

—Yo le digo que es por el té, papá.

Harry sólo se sentó al lado de su esposo, acariciando su espalda baja mientras lo miraba divertido.

—Escucha a nuestra hija, Louis.

—¿Quién de ustedes dos tiene un bebé en su vientre que aprieta sus órganos? Oh, ¿ninguno? Entonces no opinen.

Harry contuvo la risa cuando vio a su hija con una expresión indignada. Luego se volteo para ver a sus otro cuatro hijos corretear por la estancia, persiguiéndose entre ellos, y finalmente vio a su Omega, con su pelo algo más largo caer sobre su frente mientras acariciaba su vientre, lo miró y le sonrió brillantemente, antes de susurrar.

—Hoy tengo ánimos de meternos juntos en la bañera, amor.

Amor...





FIN.

Ember of Villefranche ; l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora