Capítulo 4

20K 1.2K 53
                                    

Me levanto de mi cama luego de una noche larga. No pude pegar el ojo en toda la noche pensando en todo lo que ocurre.

Ojalá todo hubiera sido un mal sueño, pero no, todo es tan verdadero que cada vez que recuerdo la cena en casa de mis padres el mundo se me viene abajo. El novio de mi hermana la engañó conmigo y de paso me engañó a mí.

¿Por qué la vida es tan cruel?

Camino hacia la cocina. No veo por ningún lado a Austin. Encuentro mi desayuno ya preparado junto a una nota, la cual dice que estará todo el día afuera, pues arreglará unos asuntos. Destapo mi desayuno; es tocino con huevos revueltos y un poco de fruta. Cuando introduzco un poco de huevo revuelto a mi boca, las náuseas vuelven. Corro hacía el baño a vomitar.

Si sigo así, no podré comer nada.

Estos malditos vómitos me tienen harta.

Regreso a la cocina, me sirvo un vaso de leche y me siento a desayunar la fruta. Termino y limpio todo. Cuando me dispongo a ir a mi habitación, el timbre suena.

—¡Voy!

Camino hacia la puerta y la abro. Todo mi buen ánimo se va a la mierda.

—Necesitamos hablar. No me pienso ir sin que me escuches, Emm.

Entra a mi departamento y camina hacia la sala.

—¿Quién carajos te crees como para entrar a mi departamento de esa forma? ¿Sabes el problema que te puedes buscar?

—Si lo dices por el estúpido de tu noviecito, no te preocupes, lo vi salir esta mañana.

—¿Qué quieres, Alexeyn? Pensé que todo entre nosotros ya estaba dicho.

Te vas a casar con mi hermana. No tenemos nada de qué hablar.

—Yo soy el padre de ese bebé, ¿no es así?

—Claro que no. ¿No escuchaste que Austin es el padre de mi bebé?

—Ese cuento no me lo creo. Tú y yo sabemos muy bien la verdad. Todos estos meses dormí contigo aquí y nuca lo vi.

—Querido, no eres el único que esconde secretos. —Río secamente—. No tienes nada que reclamar. No sé qué haces aquí. Tu lugar es al lado de tu prometida, que es mi hermana. Ahora vete.

Me cruzo de brazos y lo observo con todo el enojo que tengo. Intento no romperme frente a él.

—No me iré —me grita exasperado—. Te exijo que me digas la verdad. Soy el padre de ese bebé, ¿cierto?

—No tienes ningún derecho a venir a gritarme en mi casa. ¿Qué diablos te pasa? —bramo enfurecida—. Menos te diré lo que quieres escuchar. No eres nadie en mi vida, Alexeyn.

Camina hasta quedar parado frente a mí, coloca su mano en mi mandíbula y alza mi rostro.

—Mírame a los ojos, Emm. O me dices ahora mismo si soy el padre del hijo que esperas o le contaré a todos la verdad. Te juro que cuando nazca esa criatura te demandaré y exigiré una prueba de paternidad.

—No te atreverías —murmuro—. No serías capaz.

—Te equivocas, nena. Soy capaz de todo para saber si esa criatura que llevas en tu vientre es mía. —Coloca su mano en mi abdomen—. Es nuestro bebé, ¿cierto?

Cierro los ojos y trato de analizar todo. Si Alexeyn les cuenta la verdad a todos, destruirá a mi familia. Mis padres se decepcionarán, y eso no lo soportaría. Quito sus manos de mí, doy un paso hacia atrás y lo miro a los ojos.

—Es mi bebé, Alexeyn, no nuestro. Perdiste todo en el momento en que decidiste jugar conmigo.

—Emma, te juro que no jugué contigo ni con tu hermana. Lo que dije que sentía por ti es cierto. Cuando te conocí, me estaba dando un tiempo con Lía, pues no sentía nada por ella más que cariño. Te lo juro.

Mi Pequeño  Gran SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora