11-) Infiltracion

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Era hora de efectuar el plan, de terminar con esta guerra de una vez por todas, ella dijo que sabía algo que ayudaría mucho, así que nos encaminamos de vuelta a la ciudad de donde escapamos hace 24 horas.

- Esos eran infectados - decía Laura mientras miraba hacia adelante.

- ¿infectados?

Íbamos caminando por tierras secas, el desierto estaba cerca.

- Si, los imperialistas, cuando atacan a una base, lo tiene planeado todo, y los infectan, luego atacan la base sea como sea, los infectados, que aún no están en ese trance zombie, se convierten después de morir, aproximadamente 12 horas después de su muerte.

¿12 horas?

- Mi base fue atacada.

Ella se detuvo de golpe.

- ¿qué?

- Cuando escapé, escape de los escombros de mi base, ahí murieron todas la personas que conocía, ¿entonces...están vivos? ¿Infectados? - dije mientras seguía caminando, ella me seguía el paso detrás.

- Si, el virus que infecta a las personas fue creado por los imperialistas, es un gas que es imposible de detectar, eso cuando se respira se queda en el cerebro, esperando a que muera para reactivarlo, así despertarían con eso en la cabeza, volviendo a tu base, ¿vivías ahí?

- Si, viví ahí hasta mis 18 años, el día en que se destrozó la base, no sabía bien de la guerra que estaba afuera de la base, no lo tenía claro, lo descubrí hace unos 5 meses.

Entonces me entro una duda, ¿como ella sabe tanto? ¿Tanto de el virus? ¿Es....?

- Yo tengo 18, llevo toda mi vida a mi suerte, y he estado cerca de morir tantas veces que perdí la cuenta, aprendí todo por mi cuenta, espiando y amenazando a imperialistas.

No, ella no es una imperialista.

Seguimos caminando en silencio, hasta que llegamos a la ciudad, a lo lejos se escuchaban pisadas.

- Sígueme - Dijo Laura

La seguí y cruzamos la ciudad, no vimos a ningún enemigo, llegamos a una casa a la que le faltaba una pared, y adentró había bastante sangre seca, bastante de mi sangre seca.

- Vamos a la casa de adelante.

Abrimos la puerta, y ahí en una esquina estaba mi arma, mis pantalones viejos y mi camisa blanca y manchada, además de una flecha roja y rota por la mitad, también estaba mi cuchillo de madera que usaba para pescar.

Levanté mi pistola, le guarde de nuevo, Me puse la camiseta y guarde el cuchillo también.

- Bien, y ¿ahora...?

El motor de un auto se escuchaba cada vez menos distante, iba rápido, Laura y yo nos miramos a los ojos, tuvimos la misma idea, corrimos hacia afuera, y nos pusimos a la mitad de el camino, con las extremidades abiertas, el auto ya se veía, iba muy rápido, ningún comandante por encima de el auto.

El conductor nos vio, y a pesar de su casco de alta tecnología pude ver su cara de sorpresa, luego se puso serio, y apretó fuerte el volante, luego, presiono con fuerza el pedal, y subió la velocidad.

Cada vez más cerca, menos metros, y Laura estaba muy cerca de morir, ella no es "inmune" a los golpes como yo.

El tobillo de Laura se mejoró en tan sólo una noche, sólo era torcido, y aunque aveces renqueaba un poco, no era para tanto como no caminar.

El auto se acercaba más, y en un segundo, yo moví mi mano rápido a mi bolsillo y apunte a su cabeza.

El se sorprendió, iba a presionar con mayor fuerza el pedal, pero no le dio tiempo.

Amistades RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora